José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


Guarros y acomplejados

04/03/2023

Mi pasión por la historia me lleva a visitar determinados lugares que, a los que no la tienen, me refiero a la citada pasión, no les dicen nada o casi nada. Es por esa razón por la que agradezco que, los que se ocupan de dar lustre a la de lugares concretos, coloquen estratégicos carteles que nos dan algunas pistas sobre lo que fue y significó, esa ermita, castillo, palacio o lo que sea que estemos contemplando. Es muy útil, sobre todo si es profesional y no se deja arrastrar por mitos, leyendas o, peor aún, por bulos que antes de que existieran las redes sociales ya se prodigaban por todas partes. Me imagino que a historiadores expertos se los llevarán los demonios en ciertas ocasiones.
El caso es que, a la vista de los trabajos que se están llevando a cabo en el cerro de El Castillo, que se suman a los de la muralla en El Mirón en la capital de la provincia, me ilusiona la expectativa de descubrir los orígenes de la que es mi ciudad y de la que tan poco sabemos de 900 años hacia atrás. De hecho incluso ignoramos el origen de su nombre. Superada la polémica sobre la retirada de algunos árboles para hacer posibles las excavaciones y restauraciones programadas, la obra avanza y empezamos a ver torreones, muros, cimientos… que ya dan pistas de lo que allí hubo. No son, sin duda restos espectaculares pero estoy convencido que abrirán una nueva frontera a las rutas de turistas por la ciudad y su entornos y, como no, también a los nativos que la observaremos con mirada curiosa.
Llegados al punto en el que todo esté listo para disfrutar de este nuevo espacio, tan recreativo como cultural, cabe solicitar de la autoridad municipal que esté atenta a frenar las acciones de algunos imbéciles con extraños complejos de inferioridad que intentan superarlos con un espray o un rotulador y usan los paneles informativos para emular a famosos grafiteros como Bansky o al popular 'muelle'. Imagino al pobre tarado que firma 'funos' por todas partes, con su sudadera con capucha para que no le reconozcan y sobre todo para sentirse superhéroe de qué sé yo qué, guarreando fachadas y carteles de todo tipo para que toda Soria sepa que existe. Igual le da, supongo, que la mayoría se acuerden de su santa madre.
Cuesta trabajo creer que a éste y otros tontolabas de su ralea no los tengan localizados los municipales. Soria es un pañuelo y alguien sabrá de ellos. Si así fuera lo deseable sería que, para incrementar su autoestima, un juez les obligara a limpiar, sus ridículas pintadas ataviados con un mono de color naranja. Siempre habrá quien considere que 'eso' es libertad de expresión. Quedo a la espera pues, de que me expliquen qué expresan.

ARCHIVADO EN: Soria, Grafitis