Carmen Hernández

Carmen Hernández

Periodista


AC / DC

13/06/2020

Por  fortuna, nos sirven las mismas abreviaturas, A.C. y D.C. –antes del Coronavirus y después del Coronavirus, qué se habían creído,  porque yo le pienso seguir llamando así que es un nombre como de plaga bíblica, sonoro y contundente, y no Covid-19 que suena más a la contraseña de, por ejemplo, Conchi Vidal para entrar en el área de clientes de la compañía del gas. A lo que voy: que soy un poco escéptica ante los supuestos cambios sociales que iba a traer el virus pero sí que creo que habrá un «antes» y un «después» de la pandemia. ¡Hemos visto tantas cosas! Calles vacías, hospitales llenos; profesionales sanitarios dándolo todo, profesionales del cuento y la mentira dando asco; voluntarios cosiendo mascarillas, sinvergüenzas organizando mascaradas; políticos trabajando contra la epidemia y políticos trabajándose la epidemia para derribar al Gobierno.
Pero, ahora, eufóricos aunque sin Fiestas de San Juan, contamos los días para lanzarnos a tomar un vino en la barra con los amigos, celebrar, por fin, la comunión de la niña o pasar un fin de semana en la playa con la bendición de Fernando Simón, el pobre, que debe estar harto y deseando darnos las vacaciones. Y, a ver qué trae la ‘nueva normalidad’. Quiero creer que nosotros hemos aprendido a valorar la libertad y la calidad humana por encima de las ideologías que no es poco y también «a distinguir las voces de los ecos», como decía Machado,  o, al menos, a intentarlo; que no es fácil con tanta palabrería hueca, tanto insulto y tantos bulos. Por eso, no nos tragamos que hubiera un cocodrilo en el Pisuerga aunque lo estuviese buscando la Guardia Civil que, últimamente, no destaca por la fiabilidad de sus informes; ni que vayan a juzgar por corrupción al emérito Juan Carlos de Borbón que, según la Ley, podía ser un delincuente  mientras era Jefe del Estado de España pero, ahora, no porque se le ha terminado el chollo de la inviolabilidad. Y eso sí que es un antes y un después.