Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Inspiración poética

05/02/2021

Marcos Ana, el preso del franquismo que más tiempo estuvo en la cárcel, 23 años, contaba que desde la prisión de Burgos escuchó, en la Navidad de 1960, la música de de una orquesta lejana. En aquel momento no pudo identificar aquella melodía que se acomodó en su memoria y, aunque la buscó con obsesión, en esa época sin asistentes virtuales, era imposible hallarla. Años después, en Copenhague, en la casa que le habían asignado para hospedarse, la anfitriona, con la que no podía intercambiar ni una palabra porque no compartían idioma,  puso el tocadiscos y sonó aquella melodía a la que al fin pudo poner nombre: Candilejas. 
Lo que a veces parece imposible, irrumpe como la melodía que merodeaba en la mente de Marcos Ana, el preso poeta: «Decidme cómo es un árbol». Irrumpen, también de manera inesperada, como Candilejas en aquel tocadiscos, las sensibilidades de quienes se definen machadianos. Con el argumento de mantener intacto el paisaje que cantó el poeta hace 109 años, se ha generado un movimiento contrario a la edificación en el Cerro de los Moros. Lástima no poder hacer un viaje en el tiempo. Me temo que el paisaje que nos encontráramos sería bastante diferente al actual, al que defienden ahora con uñas y dientes quienes durante años han debido rumiar en silencio su amor por el legado del esposo de Leonor. El embalse de Los Rábanos consiguió en los años  60 modificar sustancialmente el caudal y las márgenes del Duero a su paso por la capital. Cuando tocan obras de mantenimiento en el embalse y se abre la presa; el río a su paso por San Saturio vuelve a su estado natural, apenas un chorrillo de agua. Me pregunto si tendríamos que recoger firmas para destruir el embalse de Los Rábanos y respetar así el paisaje coetáneo de Machado que inspiró sus poemas: «Esos chopos del río, que acompañan/ con el sonido de sus hojas secas el son del agua». Me pregunto si podremos mantener el Soto Playa y seguir tomando unas cervezas y un picoteo (cuando la pandemia lo permita) en la terraza del bar (maravillosa terraza aunque este adjetivo igual es un atentado machadiano). 
Puestos a respetar los espacios que inspiraron a Machado, habrá que pedir al Ayuntamiento que paralice las obras de la muralla para que no  pierda sentido el verso «con sus murallas roídas y sus casas denegridas». También habrá que derribar más de tres cuartos de la ciudad; porque cuando el sevillano llegó en 1907 me temo que las calles acababan donde hoy está el Espolón y el Ferial. La estación del tren, la de San Francisco, ya en las afueras, se ubicaba más o menos, por el Rincón de Bécquer. Mejor recordemos el brindis machadiano: «¡Gentes del alto llano numantino/ que a Dios guardáis como cristianas viejas,/ que el sol de España os llene/ de alegría, de luz y de riqueza».