Laura Álvaro

Cariátide

Laura Álvaro

Profesora


Lo bonito de ser 'profe'

11/04/2020

Escribir esta columna es un lujo. Pero, como dijo aquel, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. Y, por eso mismo, esta vez tengo que dedicársela a la comunidad educativa al completo, para hacerles llegar una gran felicitación por el trabajo realizado durante las semanas de confinamiento previas a la Semana Santa. De la noche a la mañana, sin previo aviso (aunque algo nos veíamos venir por lo que estaba sucediendo en otras comunidades autónomas) hemos tenido que modificar la rutina educativa a la que todos y todas estábamos acostumbrados. De repente, no ha habido más oportunidad de clases presenciales, y nos hemos tenido que acomodar a la teleformación sin ningún tipo de periodo de adaptación.
Han sido solo tres semanas, pero ha supuesto un esfuerzo titánico por parte de todos los agentes involucrados. Comenzando por los docentes, que sin formación al respecto y con la presión de hacerlo de hoy para mañana, han empleado todas las estrategias habidas y por haber para conseguir continuar haciendo y creando escuela. Desde canales de Youtube, construcción de páginas web, el uso de plataformas que antes solo se empleaban de forma puntual, preparación de material específico, o simplemente un contacto continuo con familias y alumnado, cada profesor y profesora se las ha ingeniado para que la repercusión a nivel académico de esta pandemia y su cuarentena fuera el menor posible. Luego los padres, madres, abuelos y demás parientes, que han respondido con la mejor de las aptitudes y con un interés y una empatía maravillosa. De pronto, sin que nadie les hubiera avisado de que esto podía pasar, se han visto corresponsables de la educación formal de sus hijos e hijas, con todo lo que ello conlleva. Y, lejos de agobiarse y desentenderse, han confiado plenamente en los docentes y han trabajado de la mano, en pro de un objetivo fundamental: garantizar la continuidad en la adquisición de los contenidos pese a no poder asistir al colegio.
Y, por último, pero no por ello menos importante, el estudiantado. Chicos y chicas de todos los cursos académicos que se han visto obligados a no ver a sus amigos ni a sus profes durante demasiado tiempo. Y, por si fuera poco, es el único sector de la población al que no se le permite salir de casa. ¡Ahí es nada! Yo, desde luego, no lo hubiera aguantado de una manera tan estoica como lo están haciendo ellos. Desde aquí, mi rincón en El Día de Soria, no puedo por menos que lanzar un sonoro ¡Gracias! A todos los que me han acompañado durante este tiempo, y los que lo van a hacer en lo que queda de confinamiento una vez finalice el periodo vacacional. Si algo está quedando claro es que esta crisis está sacando lo mejor de cada uno de nosotros y nosotras. Nuestra parte más humana, que parecía adormecida por la rutina, las prisas y el estrés del día a día. La empatía de la que creíamos que andábamos justos como sociedad, de repente surge a borbotones por cada rincón, para ayudarnos hasta en las más pequeñas cosas. Para cuidarnos, para querernos y superar esto como tribu, como equipo.Todavía quedan por delante varias semanas de estar en casa. Demasiados días sin que los coles y otros centros educativos vuelvan a ver bullir la vida. Pero tenemos la inmensa suerte de contar con una comunidad educativa maravillosa que va a hacer la espera mucho más llevadera. Esta semana, va por vosotros.