Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Miércoles de crispación

13/02/2020

Si lo que la oposición pretendía era averiguar qué pasó realmente en el aeropuerto de Barajas con la llegada de la vicepresidente venezolana, Delcy Rodríguez, el pasado 20 de enero, no ha conseguido su propósito porque su batería de preguntas han sido respondidas con las generalidades ya conocidas por parte de los miembros del Gobierno interpelados, de tal manera que si lo desean podrán seguir utilizando las sesiones de control al Gobierno de los miércoles para tratar de horadar el muro que ha levantado el Ejecutivo. No habrá por tanto ni dimisión del ministro de Transporte, José Luis Ábalos, protagonista nacional del incidente, ni nuevas revelaciones que no sean publicadas por los medios de comunicación. Tanto en el Congreso como en el Parlamento Europeo se han cegado las puertas a nuevas investigaciones políticas o reprimendas a España por el denominado ‘caso Ábalos’.

Las dos únicas novedades en torno a las relaciones entre España y Venezuela han sido que en esta ocasión no ha salido a relucir la supuesta financiación chavista de Podemos, un clásico del argumentario de la oposición que no ha obtenido el respaldo de la investigaciones judiciales que se han iniciado y que han sido archivadas, y la denominación de Juan Guaidó como ‘jefe de la oposición venezolana, por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez –como le califica Pablo Iglesias- obviando que fue él quien le elevó a la categoría de presidente encargado de Venezuela cuando juró ese cargo y encabezó la posición de los países europeos en su favor. 

Frente al objetivo de los tres partidos de la oposición de derechas de desgastar al Gobierno con este asunto, la respuesta de Sánchez ha sido la de que España trabaja a favor de la paz, la democracia y el respeto a los derechos humanos en el país latinoamericano y que la salida a la crisis es la celebración de nuevas elecciones democráticas. El Gobierno entretanto mantiene una posición ambivalente que le sirve lo mismo para no recibir de forma oficial a Guaidó que a mantener protegido en la embajada española en Caracas a otro de los máximos representantes de la oposición, Leopoldo López.    

La sobredosis venezolana vivida en la sesión de control, sin ningún efecto práctico debiera constituir una vacuna, al menos temporal, sobre este asunto en la política nacional, y dar más relevancias a los problemas internos, para que no quede de relieve que las protestas de la oposición cuando se cambio el día de reunión del Consejo de Ministros a los viernes, fueron una sobreactuación, porque podían cambiar las preguntas hasta la tarde del martes y ningún grupo parlamentario lo hizo, pese a haberse aprobado un cuadro macroeconómico que prevé un descenso de dos décimas del PIB, todo un reconocimiento de que la desaceleración ya es un hecho confirmado que tendrá entre otras consecuencias la disminución de la creación de empleo.

La primera sesión de control al Ejecutivo en plenas funciones también ha dejado muestras de lo que pueden ser las mañanas de los miércoles en el Congreso, intervenciones que van desde el anuncio de la llegada del apocalipsis (PP) y el desmembramiento de España en el próximo lustro como consecuencia de que al frente de la gobernanza hay un Gobierno ilegítimo (Vox), sin posibilidad de que entre socialista y populares se pueda producir cualquier tipo de acercamiento.