Diego Izco

TIEMPO MUERTO

Diego Izco

Periodista especializado en información deportiva


Los niños olvidados

24/07/2021

Cada verano sucedía lo mismo. No en un lugar concreto sino en todos casi al mismo tiempo: los niños salían a jugar y deslumbraban con su pueril dedicación al juego, llamaban la atención de los más viejos del lugar, los que siempre se acercaban a disfrutar de la fogosidad del momento. ¿Has visto a ése? ¿Has visto a aquél? Los niños tienen algo distinto, piensa el director de juegos, al que llaman «míster». Son puros, tienen ese hambre que los 'otros' han perdido en algún punto del camino hacia la madurez, entienden el juego sin ataduras y, por encima de todas las cosas, lucen en su rostro la capacidad de sorprenderos a todos. Mira ese chaval, vuelve a decir aquel anciano. ¿Y aquél?, le responde ese otro. Y los ancianos y los menos ancianos regresan a sus casas convencidos de que volverán a ver a los niños en el patio de juegos, atrevidos y espectaculares y deslumbrantes como esa tórrida tarde-noche de verano. Pero cuando arranca el curso, los niños han desaparecido. Están los 'otros', «los de siempre», los habituales… y apenas hay rastro de los chavales. El anciano bajaría gustoso al césped para preguntarle al director de juegos por los niños olvidados, pero lleva demasiados julios y demasiados agostos de contemplación como para saber que ese lapso de tiempo en el que él ha disfrutado de caras nuevas, descaro sorprendente y ese toque de irreverencia pueril es conocido por muchos como «banco de pruebas» o, directamente, «pretemporada».

El cuento de los niños que desaparecen (canteranos llamados para hacer bulto) no es ningún primer párrafo de una novela de Stephen King sino la realidad de cada amistoso estival: críos que despuntan mientras los 'habituales' descansan o se ponen a punto, párrafos dedicados a «la nueva perla» y la parroquia, emocionada, cayendo año tras año en la misma trampa.