Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


La mano en la caja

31/07/2020

Se lo ha dicho al juez el abogado que fue expulsado de Podemos, que no podía tolerar que se metiera la mano en la caja. Como no lo podía tolerar, José Manuel Calvente fue despedido del equipo legal del partido acusado de acoso sexual. Un delito del que fue absuelto el mismo día que compareció ante el juez para declarar sobre la denuncia que había presentado contra Podemos.

El juez determinará si lo que afirma es verdad. Si lo es, ya le está faltando tiempo a Pedro Sánchez para expulsar a Pablo Iglesias y a los dirigentes podemitas que forman parte del gobierno de coalición. Porque lo que ha dicho Calvente es mucho más grave que asuntos que han acabado con la carrera de políticos que cometieron irregularidades o incluso delitos con los dineros de sus partidos, pecata minuta comparados con lo que ocurría en Podemos si efectivamente las investigaciones judiciales determinan que en el partido de la calle Princesa se metía la mano en la caja.

Sobresueldos en sobres con dinero contante y sonante, adjudicación de la obra de remodelación de la sede del partido sin convocatoria previa, financiación oscura del partido con Monedero de por medio, hombre que además era el que decidía sobre contratos y adjudicaciones con la comisión correspondiente, contabilidad B, empresas creadas expresamente para conseguir una contrata del partido y disueltas inmediatamente después… El abogado no se cortó ante el juez y , desgranó con detalle cómo funcionaba financieramente el partido que ha hecho bandera de la lucha contra “las cloacas” y la necesidad de imponer la decencia y la corrección en la vida política.

Lo dicho: si las investigaciones judiciales determinan que Calvente no miente, que no es un hombre despechado que suelta cualquier barbaridad para perjudicar al partido que le expulsó, a Sánchez ya le está faltando tiempo para señalarle a Pablo Iglesias la puerta de La Moncloa. El único capital que le ofrecía Pablo Iglesias como vicepresidente era garantizarle unos votos que le daban estabilidad como gobernante –aunque no suficientemente, la gran preocupación de Sánchez es cómo aprobar los Presupuestos- y la integración en el gobierno de un grupo de personas, las de Podemos, que supuestamente aportaban frescura, honradez en las cuestiones monetarias aunque con dudas respecto a su dependencia de Venezuela e Irán, que siempre desmintieron, y una nueva forma de hacer política.

Con el tiempo sin embargo se ha demostrado que la dependencia con Irán y Venezuela era cierta, que la frescura tenía mucho que ver con la peor acepción de esa palabra, que no saben nada de gestión política y mucho de colocar a familiares y colaboradores con importantes salarios, y que su principal característica, aparte de hacerse con un interesante patrimonio personal, es echar abajo la España constitucional.

Eso sí, aplauden a Sánchez aún con más entusiasmo que los propios socialistas. Por la cuenta que les trae.