José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


Oremos

27/02/2021

Cada día que pasa tengo más claro que los gestores de la pandemia van a salto de mata, sobre todo en esta comunidad y particularmente en lo referido a Soria. No sé por qué ola vamos ni cuantas tenemos aún por delante, pero sí estoy en condiciones de afirmar que, o no hay expertos que analicen los datos o que si a alguien se le ocurre hacerlo le abren gentilmente la puerta y le mandan a paseo.
La gran polémica, que agría el humor de muchos sectores y arruina sus arcas, tiene que ver con la medidas que se adoptan para atenuar los contagios y sus efectos. Loable propósito sin duda, que nadie discute, pero no estaría de más que nos explicaran de dónde sacan los datos que les llevan a determinadas conclusiones. Y asombra especialmente que la simple lectura de los que aporta la propia Junta de Castilla y León, bajo el epígrafe de ‘indicadores de riesgo’ no sirvan de base ni siquiera para una reflexión de los habituales de las circunspectas, sesudas y trascendentes ruedas de prensa que, casi a diario, sirve para ilustrarnos sobre la situación al minuto de la maldita pandemia y las inevitables restricciones a las que se somete a la población para intentar doblegarla. Me explico. Llevamos semanas en las que Soria aparece con datos muy malos en lo relativo a la tasa acumulada de contagios, pero, sin embargo han sido, y quizá hoy lo sean aún, los mejores en lo referido a la trazabilidad de los mismos, que ha llegado en algún momento a superar el 86%. Es decir, se sabe, muy mayoritariamente, el cómo, el cuándo, el dónde y el con quién, se ha producido la infección por Covid 19 de los que la padecen y les han hecho los correspondientes PCRs que la confirman. No me digan que no es una información fundamental para establecer las medidas oportunas de cara a cortar la expansión de la pandemia. Para no dar palos de ciego se pueden cerrar los gimnasios, los bares, los cines, limitar los contactos familiares o lo que sea, pero con una base inapelable que han ido construyendo los rastreadores con su encomiable trabajo.
Sorprende de entrada que nadie, al menos que yo sepa, haya hecho público el análisis de esos datos, a nivel al menos de la Gerencia del Sacyl y por elevación de la Delegación de la Junta y apoye, en el mismo, los argumentos para las medidas que procedan. Muchos meses después el soberbio señor Igea sigue aludiendo a la defensa de la salud sin explicaciones más allá de la elemental necesidad de distancia social y la mascarilla. Es decir, argumentalmente estamos igual que en el mes de marzo del año pasado. Son como los médicos del medievo, todo lo resolvían con amputaciones, sanguijuelas y sangrados. ¡Ah! y oraciones.