Silvia Garrote

JALÓN POR LA VEGA

Silvia Garrote

Periodista


Con la mochila a cuestas

23/08/2019

En estos días en los que se asoma el final de agosto, es inevitable pensar en la vuelta al cole. Hay padres previsores que ya han encargado los libros y el material desde hace semanas, pero es en los primeros días de septiembre cuando las editoriales surten a las librerías y estas se llenan como nunca. Y siempre en estas fechas me hago las mismas reflexiones, que ahora les traslado. 
En primer lugar, sigo sin entender por qué en pleno siglo XXI, en la era digital, todavía se recurre a los libros de texto como principal herramienta de aprendizaje. Es verdad que en algunos centros ya se está pasando a las tabletas y los libros se convierten en digitales, con sus correspondientes licencias, pero la mayoría de centros escolares recurre a los métodos clásicos. Y esto se traduce en mochilas llenas de peso, con las consiguientes cargas para la espalda, como ha ocurrido toda la vida. ¿Y por qué se recurre a los libros en plena era digital? Porque el sistema educativo se sigue basando en los métodos memorísticos de toda la vida. La cuestión es que se exige a los profesores que evalúen por estándares, que sean creativos a la hora de utilizar las nuevas tecnologías, etc., pero a la postre, los chicos y chicas tienen que seguir aprobando los exámenes como hace décadas, y para lograr buenos resultados, el libro les resulta el mejor aliado. Pizarras digitales, ordenadores y tabletas, estándares educativos, trabajos por proyectos y mucha novedad digital para terminar cayendo en el mismo sistema clasificatorio de suspensos, aprobados, notables y sobresalientes y los estudiantes memorizando como papagayos los poetas del 27, por poner un ejemplo, sin que hayan tenido tiempo de leer a ninguno de ellos en clase. El sistema fuerza a los profesores y alumnos a trabajar en una doble vía, pero no hay cambios estructurales que permitan enseñar y aprender de otro modo y evaluar la continuidad del aprendizaje. 
Están las cosas en el país como para consensuar un nuevo modelo educativo, más moderno, más centrado en las nuevas tecnologías, más abierto y participativo, más corresponsable, menos basado en las notas y en las asignaturas, integrador, multidisciplinar y estimulante para los que enseñan y para los que aprenden… Y sin embargo, sería esencial para nuestro futuro.
El segundo punto que me planteo siempre a estas alturas es el sinsentido de que el sistema no haya resuelto la posibilidad de recibir una beca para libros y de estudios precisamente cuando se necesita, y no cuando prácticamente ha terminado el curso. Para muchas familias, el desembolso que tienen que hacer en septiembre es gigantesco y de poco o nada les sirve que el dinero de la beca llegue en el mes de mayo. Sería un trámite que se podría adelantar y resolver antes del inicio del curso escolar, y de esta manera, las becas cumplirían su verdadero cometido. Menos mal que siguen en marcha planes como el Releo, por el que alumnos de otros años pueden ceder sus libros a alumnos que los necesiten, aunque siempre hay algún libro nuevo que comprar y el material escolar necesario.
Con todo, en Soria podemos estar contentos y orgullosos de contar con una enseñanza pública gratuita y de gran calidad y unos profesores comprometidos y entregados a la tarea de hacer de nuestros hijos mejores personas. No en todos los sitios pueden decir lo mismo.