Iván Juarez

CARTA DEL DIRECTOR

Iván Juarez


Blindar la sanidad

18/09/2021

Si aparcamos los días históricos que se suceden con cada subida del megavatio/hora de nuestros desvelos y que nos sumen en una oscuridad preotoñal, la sanidad se ha convertido en la gran preocupación de los castellanos y leoneses sobre todo en un medio rural donde muchos pueblos están a punto de colgar el cartel de cerrado por falta de personal tras ver cómo el consultorio, como antes el bar, la iglesia o los ultramarinos,  echa el candado por criterios de frecuentación, como ‘topar’, término de moda que remite a decadencia en este ocaso estival. 
Es allí, en los pueblos, donde peor lo tienen para acceder a un servicio esencial que no se adapta a los males ocasionales de cada paciente  y viceversa. Se impone el facultativo a la demanda incluso en aquellos lugares en los que las comunicaciones son especialmente complicadas. Esta misma semana, la consejera de Sanidad afirmaba que allá donde no haya conectividad se mantendrá abierto el consultorio, en un despliegue de carencias, la sanitaria y la vinculada a las comunicaciones, encadenado.Un ejemplo de cómo un problema desvela otro que, por otra parte, ya se conocía.
En un territorio geográficamente tan heterogéneo como es Soria, no digamos Castilla yLeón, dar servicio a núcleos en el corto plazo condenados a poner el contador poblacional a cero puede parecer tirar el dinero,   pero sigue siendo necesario, aunque solo sea porque sus pobladores, pese a que no lo parezca, tienen los mismo derechos que el resto. Si el medio rural tiene alguna esperanza, esta no pasa por restas prestaciones, menos una vital como la sanitaria.
Quedan lejos aquellos tiempos en los que el médico rural era confesor y consultor, y atesoraba un aire de honorabilidad reservados al inquilino de la Casa delCura encargado de dictar moral en su homilía dominical. Ahora, los médicos recorren kilómetros y pueblos, jugándose el tipo  en medio de despoblados para estar mano sobre mano, atender a uno o ningún paciente en una distribución de recursos mejorable pero con unos datos tozudos. En Soria, son 345 consultorios para 109 médicos, más de 200 con menos de 50 tarjetas sanitarias que es el nivel de frecuentación que desde 1991 (la medida no es de hoy) permite cerrar estos espacios. Así, sus vecinos se ven obligados a pelearse con el call center de turno, un acto el de descolgar el teléfono que también fija la línea roja entre la ciudad y su despliegue de servicios y un medio rural, analfabeto en lo tecnológico, encallado en otro siglo, en la España de Delibes y sus Santos Inocentes. De una manera u otra, pese a que no se puede tener un consultorio por habitante,  hay que arbitrar protocolos para no hacer de la sanidad algo frío, distante y exclusivo. Sea como fuere, más después de la pandemia, los servicios sanitarios y también sus carencias han saltado al primer plano, también de la actualidad política. Hablaba Alfonso Fernández Mañueco, que ha ejecutado una jugada maestra en tiempo y forma, de blindar la sanidad y la atención primaria.  Apoyando la PNL del PSOE de Tudanca, neutraliza a la oposición y su previsible moción de censura y, de paso, da un golpe sobre la mesa y se sacude a sus socios de Gobierno para caminar sin ataduras hacia un también previsible adelanto electoral. Ha tocado una fibra sensible que justifica su movimiento como es la de la sanidad, poniendo el foco en lo que realmente preocupa, en los servicios que se prestan en los pueblos y en sus consultorios, dando la puntilla a un Plan Aliste prepandémico que ha de repensarse desde el consenso, alejado de la instrumentalización política y sus vaivenes, de medidas coyunturales dibujadas por un horizonte electoral.

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