Jesús Bachiller

Jesús Bachiller


Nuevas perspectivas en la relación población/recursos

24/09/2022

No es fácil sintetizar en un artículo la complejidad en la que ha entrado el mundo para justificar la actualidad de viejos debates. Vivimos en una economía de guerra. Las guerras se saben cómo empiezan, pero no cómo terminan. La que se está librando en Ucrania hinca sus raíces en la descomposición de la antigua URSS y su evolución posterior. Esto la hace más compleja, en un país con un poder autocrático. El inicio de la guerra vino precedido de una importante declaración conjunta entre los líderes de Rusia y China, por la que se proclamaba un nuevo orden internacional y se planteaba, entre otras muchas cosas, una redistribución del poder en el mundo o un cuestionamiento de la supremacía democrática de Occidente. La categoría del personaje que hay detrás del ataque a Ucrania ha levantado las alarmas y ha suscitado una respuesta mucho más contundente que la que se dio tras la anexión de Crimea en 2014. El resultado es una espiral de guerras asociadas, la energética y alimentaria, sobre todo, que ponen a prueba la capacidad de resiliencia de ambos bandos, aunque más en las democracias europeas, que viven un sinfín de protestas y el ascenso de la ultraderecha en algunos países. Ya tenemos ajustes en el consumo para reducir la dependencia energética. Por primera vez en muchas décadas se ha creado una sensación de que los tiempos de abundancia en los que hemos vivido tan cómodamente tocan a su fin. 
La crisis climática a la que nos aboca un verano como el que hemos sufrido en la margen meridional de las latitudes medias de la Tierra, por no hablar de las largas sequias que padecen grandes zonas de África, adelantan más si cabe ese tiempo desconocido en el que quizá haya que buscar una nueva relación en el binomio población/recursos y promover una nueva idea sobre lo que es el progreso. Nunca antes la incertidumbre geopolítica y climática había desatado un debate tan serio, tan extendido y tan inquieto sobre los problemas de producción y abastecimiento de determinados recursos esenciales. 
El debate sobre el agotamiento de los recursos tiene un largo recorrido histórico, casi siempre de carácter catastrófico. Recordemos las teorías de Malthus en su conocido 'Ensayo sobre el principio de población', de 1798, en el que preveía el desastre por la diferencia de crecimiento entre la población y los recursos. Estudios más recientes han retomado esta cuestión. En 1972, en pleno proceso de explosión demográfica en el mundo, el llamado Club de Roma publicó un estudio sobre los límites del crecimiento, que preveía un colapso mundial para el año 2000 si seguía el ritmo de crecimiento de la población y de su nivel de consumo. Una previsión que se matizaba en un nuevo documento, 'Más allá de los límites del crecimiento', de 1993, en el que se hablaba de un aumento razonable de la población para conseguir un cierto grado de bienestar social en cada país. El debate no se ha cerrado del todo porque en 2004 se presentó la publicación 'Los límites del crecimiento 30 años después', reeditado en 2012, en el que, a modo de advertencia médica, se indicaba que si se gasta en exceso ahora, habrá escasez mañana. 
Hoy la relación de ese binomio viene condicionada por factores políticos. Putin y Xi acaban de ratificar su alianza, aunque China y otros actores de la zona no parecen aliados incondicionales. Es arriesgado prever el alcance de esta crisis, con la lucha por el liderazgo mundial como telón de fondo, aunque será difícil tejer de nuevo el orden internacional. Una división mundial no solo perjudicaría el diálogo y la consecución de acuerdos en muchos temas pendientes, sino que dificultaría el acceso a determinadas materias primas y fuentes de energía, y aumentaría los abusos ante la falta de controles efectivos. En agosto, sin ir más lejos, no se llegó a un acuerdo sobre la explotación de los recursos del mar. El cambio climático y la sobreexplotación predicen un considerable descenso de las capturas, con desabastecimiento de algunas especies. La crisis climática es ya una realidad y sus consecuencias van a ir a más. Se extienden las sequías, la escasez de agua, las malas cosechas, las catástrofes o los refugiados por el clima. ¿Podrán los avances técnicos combatir estos efectos, como defienden algunos negacionistas?