Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Baile

20/09/2022

Mira que hay problemas, y gordos, en esta tierra, en España y en el mundo. Mira que nos enfrentamos cada día a situaciones duras, difíciles, que necesitan dedicación y soluciones. Mira que la inseguridad, el miedo al futuro, la carestía, la crisis energética y un largo etc nos reclaman reflexión, discusiones, debates, unidad de acción. Mira que la actualidad es la que es y con tendencia a empeorar. Bueno, pues durante unos cuantos días parte de la atención informativa de este país ha estado puesta en si Vinicius puede bailar o no cada vez que marca un gol. Confieso que he estado bastantes ratos en estado de shock, ojiplático, al comprobar cómo periódicos, radios, teles y redes sociales se llenaban de opiniones, algunas irreproducibles, sobre las celebraciones del delantero brasileño del Real Madrid. Y me preguntaba, sin hallar respuesta, si no tenemos otra cosa más importante de qué hablar, si hemos llegado, y por qué, hasta el extremo de colocar las sambas de Vinicius en el centro de la polémica nacional. ¿Qué tipo de civilización hemos creado?, ¿Cómo es posible que algo tan simple, tan sin interés, derive en broncas, insultos, apertura de páginas de apoyo y rechazo, intervención de personalidades, preguntas en las ruedas de prensa, peticiones de que la gente vip se defina? Da escalofríos solo pensarlo, especialmente cuando el domingo pudo comprobarse que hinchas atléticos entraron al campo cantando "Vinicius es un mono". Del asunto del baile se había pasado al racismo puro y duro. De aquellos polvos, estos lodos. De aquel criticar una celebración festiva a llamar mono a una persona y a corearla con eslóganes, ovaciones, mofa y chuflas. Me imagino que, si le queda algo de conciencia y ética, quien inició la polémica estará ahora arrepentido. Y espero que los que la difundieron y activaron, medios de comunicación incluidos, se avergonzarían al ver las imágenes que llegaban del Metropolitano. ¿Aprenderemos? Ojalá, pero soy pesimista. Parece que solo nos va el lío-espectáculo… siempre, claro, que el baile lo ejecuten y celebren los nuestros.