Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


De regreso a la vida terrenal

05/06/2019

Aunque las negociaciones para los pactos y las sesiones de investidura monopolizan la agenda política tras las elecciones, hay otras derivadas que pasan más desapercibidas pero que afectan a no pocos políticos. Son esa pléyade de dirigentes que van a retornar a la vida normal después de unos años en la burbuja del poder. No debe ser fácil abandonar el coche oficial, el chófer a la puerta de casa, el teléfono gratis y un sinfín de ventajas que disfrutan muchos de nuestros representantes públicos mientras viven ahí arriba. Pero la vida aquí abajo es otra bien distinta.
El grado de dificultad de ese regreso a la vida a pie de calle suele ser meridianamente proporcional al tiempo disfrutado como alto cargo o dirigente. Cuantos más años arriba, peor es el aterrizaje abajo. Es así de sencillo. El personal de confianza vuelven a ser tu familia y los amigos más íntimos, y eso ya es toda una suerte; el móvil no suena casi, los saludos escasean y las invitaciones a los múltiples saraos dejan de llegar repentinamente. La vida abajo es lo que tiene, que con un par de vaqueros te apañas estupendamente.
¡Qué tendrá la vida ahí arriba que casi nadie quiere bajar! Supongo que el poder envalentona a cualquiera. Y encima te pagan, ¡oye! Así que como para bajarse a las primeras de cambio. Desde el punto de vista psicológico hasta es normal. La culpa la tienen esos períodos tan largos en la poltrona, que acaban cegando al más avispado. O quizá sea todo lo contrario, que llegas como simple advenedizo y con la inocencia a flor de piel y, al cabo de un tiempo, terminas siendo el más listo de la clase, con paga mensual y media jubilación en el bolsillo.
No me extraña por tanto que ese proceso de reincorporación a la vida normal, la de aquí abajo, se haga tan cuesta arriba cuando has probado el néctar y la gloria de lo público. Menudo viajecito de vuelta a la vida terrenal, sin la notoria capacidad de influencia de antaño y sin el don o el doña delante del nombre. La política tiene estas cosas desagradables, que te devuelve a tu vida anterior de la que casi ni te acuerdas.