Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Respeto

04/02/2020

Las gentes del campo esperan que las fuertes movilizaciones de la pasada semana sirvan para algo. Es decir, aun tienen esperanza, quizás la última dosis tras años y años de abandono, marginación, desprecio y arrinconamiento. Empujados a la emigración, a irse de sus pueblos, ya van quedando pocos y viejos. No hay relevo generacional. En las zonas más ricas, la tierra se va concentrando en cada vez menos manos. Con un tractor grande (y caro) se labran hectáreas y hectáreas En comarcas pobres, las parcelas se convierten en eriales para solaz de jabalíes, ciervos y demás fauna salvaje; esa que defienden los llamados conservacionistas, aunque sea a costa de expulsar a los seres humanos de sus localidades. El panorama es muy pesimista, pero las manifestaciones recientes parecen un punto de inflexión. Posiblemente lo sean porque los agricultores y ganaderos no solo piden precios justos, sino también respeto y dignidad para su tarea. En definitiva, que la sociedad entienda el valor de una profesión dedicada, ¡ahí es nada!, a producir alimentos, esos que necesitamos ingerir varias veces al día. Y les exigimos que sean buenos, sanos, de calidad. ¿Cómo van a lograrlo si no los apoyamos, si seguimos viéndolos como unos tipos de Tercera División, unos paletos que lloran y lloran reclamando más subvenciones? Por eso las movilizaciones han ido más allá de las reivindicaciones económicas. Si la sociedad no toma conciencia de la importancia y necesidad de la agricultura y la ganadería, continuaremos en las mismas o peor. Y dentro de poco tiempo veremos aumentar el gran desequilibrio territorial, la muerte de toda una civilización y una cultura ancestrales y la obligada importación de los alimentos diarios; de aquí, de nuestros campos, ya no saldrán. Pese al enorme peso que el agro tiene en Castilla y León, en las últimas décadas hemos vivido muy de espaldas a sus problemas e inquietudes. Creo que lo estamos pagando. Y lo pagaremos más si no rectificamos. Todavía estamos a tiempo. El futuro puede cambiar de color si cambiamos nosotros de actitud.