Los fondos europeos de cohesión y recuperación que están llegando de Europa me han hecho recordar aquel plan con el que el Gobierno de Zapatero intentó suavizar la crisis y ayudar a salvarla. Aquel fue el Plan E. Es cierto que no dio mucho resultado y los fondos se gastaron alegremente sin conseguir los objetivos perseguidos. Pero hoy, con el tiempo ya pasado y a las puertas de otro plan con alegres fondos en puertas deberíamos reflexionar sobre qué pasó con aquellos y que queremos que pase con éstos. Los fondos del Plan E fueron directos para los ayuntamientos con un reparto más o menos lineal (por habitantes) y los ayuntamientos fueron los que decidieron qué hacer con ellos. Hubo de todo, pero si hiciéramos una lista de las inversiones que se hicieron en la provincia deberían avergonzarse unos cuantos alcaldes: discotecas, arreglos de teleclubes, mejoras en piscinas de veranos, etc. O sea, en cosas que no producen ninguna riqueza sostenible ni da valor añadido al municipio. Eso sí, la crítica a Zapatero, que fue el culpable de lo que pasó en este país durante dos siglos (por lo menos).
El caso es que estos fondos muy bien conseguidos por el equipo de Pedro Sánchez se van a repartir a través de las comunidades autónomas en su mayor parte y eso ya empieza a dar miedo, porque reparto por las comunidades es igual a convertir los fondos en un pastel a repartir en función de afinidades políticas, con el objetivo de hacer 'campaña' y con poco interés por subsanar los males endémicos y estructurales que tiene nuestro país.
Y ya se ve venir, provocando incluso en algún caso la rivalidad de municipios cercanos por 'llevarse' un plan 'quitándoselo' al de al lado. Por favor, no volvamos a la política de hacer frontones aunque no haya gente para usarlos. Aprovechemos las oportunidades que nos dan, por una vez, que desde el ayuntamiento más pequeño tenga visión de futuro y de Estado.