Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Pablo Iglesias, el rey del frentismo

23/12/2020

Nunca hasta ahora la izquierda más radical había promovido con tanto ahínco la disyuntiva entre monarquía parlamentaria o república en este país llamado aún España. Pero cierto es que tampoco hasta esta legislatura ningún partido de ese corte ideológico había tenido el poder que tiene en el Ejecutivo de la nación. Si en medio de la atroz pandemia, de la inquietante aparición de una nueva cepa del virus y del anhelado inicio del proceso de vacunación se cuela con inusitada fuerza el debate sobre la supervivencia de la monarquía es que el río agua lleva, aunque el líquido elemento produzca una espuma artificial con la que tapar otras cuestiones de interés.

No nos engañemos, el líder de Unidas Podemos y vicepresidente segundo del Gobierno central, Pablo Iglesias, tiene entre ceja y ceja la estrategia de calentar lo máximo posible a la opinión pública ante el tradicional discurso del Rey en Nochebuena. Su propósito no es otro que el de incitar a la reacción popular contra un sistema que, ciertamente, no atraviesa por sus mejores debido a la conducta reprobable del rey emérito y sus líos con el fisco. Será, sin duda, el discurso más difícil de hilar por parte de Felipe VI en sus años de reinado, en medio de una pandemia sin precedentes y envueltos en una crisis social y económica de incalculables consecuencias. Diga lo que diga el actual monarca, la táctica de Pablo Iglesias es la reversión del sistema democrático salido de la Constitución de 1978 y dinamitar por vía gubernativa la monarquía parlamentaria. Y para ello, qué mejor caldo de cultivo que la propaganda y la demagogia sobre la existencia de la jefatura del Estado y de una institución dependiente de las cuentas públicas. No digo que las cuestiones más relevantes de nuestro modelo de convivencia no puedan someterse al escrutinio general de la sociedad, pero tampoco creo que ahora toque la insistente búsqueda del frentismo y la ruptura que promueve indisimuladamente el vicepresidente segundo del Gobierno. Eso es jugar con las cartas marcadas e incluso con la sensibilidad ajena en un momento de sacrificio colectivo. Cualquier cambio que afecte a nuestro sistema democrático no puede venir de la actitud de revancha ni del populismo, sino de la profunda reflexión y convicción en lo que todos queremos para nuestro país, al que aún llamamos España.