En el desayuno de Europa Press el presidente de la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales), Antonio Garamendi, dio una lección de compromiso con el bien común del país. Algo que se echa de menos en otros primeros actores de la vida pública enzarzados en estériles debates y enfrentamientos autodestructivos.
Tampoco hizo nada del otro mundo cuando, a preguntas de Javier García Vila, apostó por el entendimiento, tanto entre los llamados agentes sociales (empresarios y sindicatos, básicamente) como entre las fuerzas políticas ahora enredadas en la polarización.
En realidad, el mérito de Garamendi solo consiste en asumir el mandato constitucional de que "la creación de riqueza, en sus distintas formas, sea cual fuere su titularidad, está subordinada al interés general" (artículo 128.1 de la Constitución Española). Y eso pasa a veces por defender posiciones de puro sentido común, como celebrar cualquier decisión del Gobierno -sí, también los indultos, ¿por qué no?-, que aporte sosiego, certidumbre y previsibilidad a la vida política y económica del país.
Lo demás es discutido y discutible (pensiones, impuestos y reforma laboral, básicamente). En el caso de Garamendi, en nombre de los intereses empresariales, por supuesto, pero con real y verdadera disposición a alcanzar acuerdos por la vía del diálogo, como ha ocurrido recientemente con la normativa sobre el teletrabajo, la dependencia o los "riders" (reparto a domicilio).
Otros asuntos se presentan más complicados. Las posiciones iniciales están muy distanciadas, como la reforma laboral de 2012 (CEOE está por mantenerla), el salario mínimo ("No es el momento de subirlo, aunque no es objeto de negociación porque depende del Gobierno") o las subidas de impuestos (sostiene Garamendi que la economía sumergida los hace contraproducentes).
Es de agradecer el espíritu constructivo que anima el discurso del presidente de la CEOE. Mirando atrás, elogia dos herramientas fletadas por el Gobierno contra los efectos económicos de la crisis de la covid: los ERTE (flexibilización laboral que permite a las empresas reducir o suspender contratos de trabajo durante la pandemia) y los créditos (préstamos de dinero público a empresas en apuros).
Y mirando hacia el futuro, celebra la inminencia de la recuperación económica con subidas del PIB post-pandémico superiores al 6%, así como las enormes posibilidades de la multimillonaria ayuda europea, de la que España recibirá este 2021 unos 19.000 millones de euros en ayudas directas sin retorno, a cuenta de los 140.000 millones disponibles en siete años (en préstamos y ayudas directas). Un importantísimo balón de oxígeno para las pequeñas y medianas empresas españolas.