José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


La adulteración del lenguaje

19/03/2021

Un maestro de mi infancia, don Ramón, nos ilustraba en cuarto de primaria, críos de 10 años, sobre el idioma y nos decía que era un organismo vivo. Había que cuidarlo como tal, pero no alarmarse de los cambios que se iban produciendo en él con el paso del tiempo. Ni siquiera de que en un momento dado pueda desaparecer. Hay miles de lengua muertas y la razón es muy simple. La funcionalidad del lenguaje radica en su capacidad para comunicar a unos seres humanos con otros. Hay por tanto algunas formas de esa comunicación que tienden a la obsolescencia, simplemente porque no cumplen adecuadamente esa función. Ni siquiera las clásicas, como el griego o el latín han podido resistir el paso del tiempo.
Los avatares históricos hacen que haya idiomas que se imponen a los demás y en estos momentos no cabe duda de que el inglés es el claro aspirante, si no lo es ya, idioma global. Nuestro querido castellano crece también y perdurará en el tiempo si no lo impiden los emoticonos y las jergas de moda, que van revolviendo palabras extranjeras con neologismos y con la contaminación, por no decir demolición del español que se ha propuesto el colectivo de los autodenominados ‘creativos’ publicitarios, sobre los que ya me extenderé un rato de estos, aún a riesgo de tarifar con algún buen amigo. Se da la circunstancia, y ahí quería yo llegar, de que algunos jerarcas autonómicos, en el ánimo de reafirmar las singularidades de sus territorios y las gentes que los ocupan, reivindican el reconocimiento como lengua oficial del habla asturiana o aragonesa. Los gobiernos correspondientes promoverán en las escuelas y en los medios que financian, esos modos de expresarse para conservar el acervo cultural que atesoran y así, contemplaremos con estupor que cada vez será más complicado entendernos y por tanto estaremos adulterando, de manera evidente, la función de la lengua. Líbreme el destino de proponer que se pierda una parte tan importante de la cultura, pero sepan que su esfuerzo será inútil si pretenden la normalización de esa manera antigua o rural incluso, de hablar y escribir. Se extinguirá hagan lo que hagan que será, básicamente gastar dinero público inútilmente.
Soria, ir más lejos, atesora palabras y expresiones que podrían servir al demagogo de turno para hablar de un idioma propio. Es más, diferenciado entre los de las Vicarías y los de Pinares. Pero no se engañen la palabra nace se desarrolla y muere como cualquier ser vivo. Cuando no es útil desaparece. Ya nadie sabe lo que es un celemín, un adarve o una golilla y menos de los que me gustaría entienden que los idiomas son para entenderse, no para confrontar con el prójimo.