Pues es verdad: Cristiano Ronaldo no es es digno de estar en el podio de los mejores jugadores de la historia porque solo es un goleador. No genera el juego de otros, no tiene su clarividencia, su regate o su último pase. Un simple marcagoles porque tira absolutamente todo desde cualquier posición, como esos héroes de las noches-NBA que terminan con 53 puntos pero se han jugado suficientes lanzamientos como para haber sumado 133. No, no lo aceptamos en el Olimpo. Deje sitio para el siguiente…

Espero que se haya notado la ironía hasta la fecha, y si no, aquí la realidad: la cifra redonda de los 100 goles con su selección, lograda esta semana en la UEFA Nations League, vale para reabrir ese viejo debate sobre sus méritos para estar en la mesa de los más grandes… solo marcando goles. Muchos goles. Tantos como para ser el que más ha logrado en la historia del fútbol internacional de élites (sí, hay un tipo que logró 109 jugando con Irán, Ali Daei, que jugó fases de clasificación metiéndole 17-0 a Maldivas o 11-0 a Bangladesh o a Yemen del Sur); el que más en la historia del Real Madrid, con el que promedió más de uno por encuentro: 450 en 438 partidos de blanco; el que más en la historia de la Liga de Campeones (130) y en una sola edición (15), cifras que le han valido para levantar cinco orejonas; el que más en la historia de su país, con el que levantó la Eurocopa 2016... siendo el máximo goleador en la historia de las fases finales (nueve goles, igualando a Platini). El que más. En la historia.

Si estos argumentos no te convencen para dejar de ignorar tanta grandeza, si sigues llamándole Penaldo o pensando que «el fútbol es más que meter goles», piensa en esa mezcla de factores: influencia sobre el juego de sus equipos, longevidad deportiva (bien llevada) y palmarés. Aunque no te guste, es un gigante.