Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Excepciones

05/03/2020

Como todo material estadístico, las cifras del paro pueden ser interpretadas de mil maneras, vistas con el prisma que se quiera y leídas en positivo, negativo o neutro, según. Al fin y al cabo el fenómeno puede medirse apuntando (dato de paro registrado), preguntando (dato de población activa), los de media jornada o completa, los que están en disposición de trabajar y los que no… Un tutti-frutti de posibles variables.

El del desempleo es también un medidor de sentimiento y define a una sociedad. Por eso solemos catalogar a los andaluces por su alto desempleo, a los americanos por la precariedad y a los suizos por el horario. Nosotros, ahí andamos, pendientes de la agricultura, atentos al sector servicios, mirando al cielo por si llueve, bien para el trigo, mal para el turismo. De modo que nos cuesta reparar en fenómenos que se salen de la mediana estadística, desde luego, señuelos de emulación para tomar nota y ejemplo.

En Guijuelo, por ejemplo, el desempleo está por debajo del tres por ciento, cifra que solo consiguen los del tío Sam allende los mares. En Aguilar de Campoo, de 4000 personas en edad de trabajar  que tiene la localidad, sólo hay unos 500 demandantes de empleo. Pero es que en Ólvega, de 2100 personas escasamente 200 están apuntadas al paro. Cifras todas ellas muy por debajo del 10%. Y todo ello sin considerar las ingentes cantidades de personas que a diario llegan a trabajar a esos términos municipales procedentes de otros, aledaños: en Guijuelo, a diario, 9000, que llegan de fuera a los mataderos y salas de despìece.

Estos y otros ejemplos tienen un denominador común: modelo económico propio. Esto es, plan de negocio. Esto es, una actividad específica y pujante. Actividad industrial. De valor añadido. Y contingente sólo a tenor del mercado. Hagamos una cosa: ¿debatimos sobre ello y sacamos conclusiones?  A que no….