En el pleno del jueves santo lo de menos será la ratificación, que se da por hecha, de los tres decretos-ley sometidos a debate y votación en la Cámara Baja, con las últimas medidas del Gobierno sobre la crisis del coronavirus. La disidencia se expresará en todo caso con abstenciones, no con votos en contra.

La sesión viene con hambre atrasada de control al Gobierno, una función esencial del Parlamento paralizada durante el confinamiento. Así que, con una mayoría de diputados físicamente ausentes (no los intervinientes), saldrán a relucir los temas que dominan los circuitos políticos y mediáticos durante los últimos días. Sobre todo el que evoca los históricos Pactos de la Moncloa (1977). Más como ejemplo que modelo a seguir a la hora de reparar los estragos económicos y sociales causados por el Covid 19, una vez superada la emergencia sanitaria.

El Gobierno apela al espíritu de aquella alianza forjada en pleno periodo constituyente como resorte motivador de un frente común para la reconstrucción del tejido económico-social que va a quedar seriamente dañado.

Pero el principal partido de la oposición, el PP, el único realmente imprescindible si de verdad hablamos de pacto de Estado en nombre del bien común, no se fía del llamamiento de Sánchez. Al menos mientras venga de un Gobierno comprometido en los prejuicios ideológicos del socio (Podemos), que trataría de aprovechar la circunstancia para impulsar la "confiscación del esfuerzo privado" creando estructuras propias del "Estado benefactor, que todo lo ordena y de todo dispone", según doctrina difundida desde ese tanque del pensamiento conservador que responde a las siglas Faes y dirige el ex presidente, José María Aznar.

Así que está Pablo Casado preparado para sacar una artillería reñida con la posibilidad de sumarse a un pacto de reconstrucción abanderado por su principal adversario político. Al menos mientras este actúe recostado en las dos complicidades que el PP considera tóxicas: neocomunistas de Podemos y separatistas de ERC.

El líder del PP acusa a Sánchez de usar los Pactos de la Moncloa como "señuelo" para "hacernos a los demás corresponsables de su incompetencia". Apoyará la prórroga del confinamiento hasta el 26 de abril, "por responsabilidad", pero esa generosidad no alcanza a un eventual frente común liderado por Sánchez "para afrontar conjuntamente las consecuencias de la crisis", en palabras del ministro Ábalos. Casado no se da por aludido, salvo para denunciar un cambio de régimen, en clave de "populismo chavista".