Fernando González Ferreras

PREDICANDO EN EL DESIERTO

Fernando González Ferreras

Catedrático


Las elecciones de Illa

13/02/2021

Estas elecciones catalanas me tienen completamente despistado. Ignoro si Cataluña votará el 14 de febrero porque en este momento no sé si la justicia acabará aplazando las elecciones al 30 de mayo por el avance del COVID-19 o si permitirá la celebración, lo que parece más probable. Y jamás hubiera creído que un ministro tan incompetente y mediocre como Salvador Illa, con una mochila llena de errores y ataúdes, fuera la única esperanza de una victoria constitucionalista en Cataluña.
Las encuestas auguran una importante caída de la participación. ¿Influirá el miedo al contagio en los colegios electorales? ¿Se quedarán en casa los desilusionados en esta coyuntura política? Es muy comprensible el enfado que viven muchos catalanes constitucionalistas, asediados por el nacionalismo y olvidados por los gobiernos del PP y el PSOE. Por otro lado, el voto por correo ha aumentado de forma extraordinaria. También señalan una mínima diferencia entre PSC, ERC y JxCat, dando ganador al PSC en votos pero no en escaños. El mayor defensor del PSC, Tezanos, director de un CIS que ha fallado sistemáticamente, es quien ha creado el «efecto Illa» –la opinión popular es una suma, la opinión pública es una elaboración- aunque Narciso Michavilla, el experto que siempre acierta en los pronósticos electorales, dice que «más que de efecto Illa hay que hablar de efecto Tezanos». También coinciden en que habrá una mayoría independentista suficiente para formar gobierno, lo que parece más viable que un tripartito de izquierdas a imagen del que gobierna en España. Lo que Illa ha dejado muy claro es que no formará gobierno con ERC, pero ya sabemos que cuando el PSOE dice «nunca jamás» es «nunca, hasta mañana»; recordemos las reiteradas afirmaciones de Sánchez de «nunca con Podemos».
También las encuestas coinciden en tres aspectos: el desplome de Ciudadanos, la pérdida de votos de Los Comunes y la posibilidad de que el PP sea superado por VOX (quizá la violencia que sufre en sus mítines le haga más atractivo a una parte del electorado). Casado debe tener miedo ante la presión de Illa y Abascal (lo que pase el 14 seguro que tendrá repercusiones en Génova y en Ferraz) y ha declarado que «veta los acuerdos con VOX en ayuntamientos y autonomías» (los que negaba anteriormente) dando un paso más en su errática trayectoria ya que necesita sus votos para aprobar los presupuestos.
¿Qué decir de la salida de tono (una más; recuerdo la equiparación entre la fuga de Puigdemont con el exilio republicano) del vicepresidente Iglesias diciendo que «en España no hay plena normalidad política y democrática»? ¿Y qué decir de las peregrinas excusas de la ministra portavoz de que «sólo se entienden en el contexto de una campaña electoral en que se buscan votos»? ¿Alguien cree que Iglesias dimitirá o será cesado por Sánchez? Pues no. Parece ser que en campaña electoral vale todo. Nos queda el consuelo de pensar que a partir del día 15 volveremos a ser «una democracia plena y consolidada».
En uno de mis frecuentes viajes a Portugal, coincidí en Aveiro, donde estaba impartiendo un curso, con una campaña electoral municipal; dando un paseo encontré una enorme pancarta que decía: «Queremos mentiras nuevas». Hoy me he acordado de ella al leer que Salvador Illa «prevé crear 140.000 empleos en tres años en Cataluña». Me suena de algo. Creo que la pancarta portuguesa podría colgarse, lamentablemente, en cualquier elección en España.