Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Sobre la marcha

08/10/2021

Las cosas que mejor salen son las que surgen sobre la marcha. Una teoría enfrentada a valores como el esfuerzo, el trabajo y la formación. Que no cunda el pánico, son perfectamente compatibles. A lo largo del día y a lo largo de la vida vamos viviendo, muchas veces, a golpe de intuición, aunque parece que nos ha tocado vivir una época racionalista y la mayor parte de la ciudadanía la rechaza para cobijarse en ese argumento con el que me parto de risa: hay estudios científicos que lo demuestran. Aunque el que suscriba ese mantra no tenga ni pajolera de lo que está hablando. Si le pides detalles de la procedencia del famoso estudio científico que lo certifica, apela a su mala memoria pero insiste en que lo ha leído y además, recientemente con lo que la discusión queda zanjada. La intuición es la hermana mayor de esa filosofía de vida denominada, sobre la marcha. Y sobre la marcha tuvimos que buscar alternativas a nuestras adicciones cibernéticas cuando el otro día se cayeron Whatsapp, Facebook e Instagram. Al margen de las pérdidas que haya tenido Mark Zuckerberg, (no me da ninguna pena); lo más interesante me parece la reflexión sobre las necesidades que nos creamos. Necesitar, necesitamos poco. Como dice mi amigo Miguel Tugores, el ser humano solo necesita una cosa, oxígeno y, si acaso, un poco de comida, pero poca. Lo demás es accesorio y totalmente prescindible. Un postulado confirmado ante la evidencia de que aunque estuvimos más de seis horas privados de esa adicción, hemos sobrevivido. 
Nadie se ha muerto por no poder posturear de seis de la tarde a doce de la noche. En ese período de tiempo hice más llamadas telefónicas que en una semana entera. Con la idea de que con un mensajito no molestamos tanto, hemos dejado de llamar por teléfono. Hemos dejado de hacer tantas cosas. Pueden ser tan interesantes todas ellas, las unas y las otras. Comunicarse virtualmente puede ser tan gratificante como presencialmente. El problema es que cuando la virtualidad se cae durante seis horas (incidente muy poco frecuente), tenemos que improvisar sobre la marcha y parece que ya se nos está olvidando cómo llenar nuestro tiempo si no es con el móvil. Hay personas que se conocen virtualmente y cuando deciden dar el salto para conocerse presencialmente, surge, sobre la marcha, la decepción, porque la relación ya no es igual que diluida en una pantalla. Incluso no sabemos llenar nuestras relaciones reales si no tenemos el móvil a nuestro alcance. Solo hay que echar un vistazo en cualquier terraza, en cualquier mesa de un restaurante. La mayoría tiene el móvil junto a los cubiertos y lo consulta compulsivamente. Los hay que en vez de mantener una conversación con su acompañante, se zambullen en la pantalla como si el otro no existiera. Y siguen disfrutando de la velada, sobre la marcha.