Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Avión de pasajeros

12/04/2021

Despegaba contento y relamiéndose, atusándose las alas, como un victorioso aguilucho, con rumbo hacia el lugar misterioso. El gobierno le había subvencionado con millones, pues aunque era una compañía aérea casi venezolana, tenía un nido en España, y qué nido, ya lo quisieran muchas otras empresas de vuelos que quedaron fuera del reparto de ayudas, con muchos más argumentos para recibirlas, más aviones, más tráfico de pasajeros pero..., menos amiguetes en el gobierno. Cuatro aparatos tenían los que dirigían ese misterioso entramado de vuelos, solo cuatro. 53 millones de regalo. ¿Para quiénes, para dónde? El Tirano Banderas de las selvas venezolanas tal vez lo reclamó con imperio y el reino de España se doblegó ante sus requerimientos... Tal vez un cargamento de misterios, con la droga del morbo que muestra todo lo oculto, explica el tongo.

Mientras, algunos de los mejores investigadores sobre virus del mundo, que en España viven y trabajan, adolecen de falta de medios y no tenemos vacunas suficientes ni empresas que nos desarrollen los medios científicos requeridos para hacer frente al mal pandémico. Endémico: el dinero se tira desde los ministerios para subvencionar estupideces o asuntos feos, Plus Ultra, y más allá van volando también los billeteros. Fue calificada como «empresa estratégica»; otras más importantes, en cambio no lo fueron.

Asunto extraño, otro más de un gobierno inquisitorial que no muestra -pues no lo hubo- a su comité de expertos para manejar un estado de emergencia y el caos de la pandemia. Nunca tuvimos en nuestra democracia un gobierno tan débil y a la vez tan autoritario. La democracia, si exige transparencia, pues se supone que son los ciudadanos quienes gobiernan, ahora se muestra velada, tapada por mil mantas de intereses misteriosos, algunos dependientes de las repúblicas bananeras de América, en la que se nos va convirtiendo poco a poco también la patria materna.

Los pasajeros que pasan tomando de las subvenciones el sustento son los políticos que hacen crecer sus influencias y sus dineros. El pueblo, aplastado por normas que no pocos califican de «fascismo higiénico», arrebatadas sus libertades, aguanta o muere mientras la jerarquía de nuestros próceres se organiza por fanáticas ideas, que eso de unirse para intentar salvar a las gentes es cosa que no quisieran: oposiciones perezcan. Los fanáticos gobiernan y la hoz y el martillo cada vez se descubre más pero para segar nuestras cabezas, para aplastarnos en el yunque de sus leyes, hasta moldearnos según quieren en el palacio de la Moncloa. Huir queremos a otros países, pero movernos apenas nos dejan.

¿Para qué los pasajeros si todo es tapadera? Vuelen las aves hacia las américas y traigan maletas de influencias que a unos pocos darán la alegría de la subsistencia. El pajarraco de metal vuela contaminando nuestros cielos y los ajenos, a costa de nuestros impuestos.