Editorial

El discurso de los pactos, en el punto de mira de los ciudadanos

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Este sábado se constituyen los 8.000 ayuntamientos de España, tras unas semanas de duras negociaciones, donde unas han llegado a buen término, y otras no han fructificado. A pesar de que se trata de la administración más próxima al ciudadano, y donde las personas y los rostros tienen mucho peso, tal y como se desprende del resultado de las votaciones, la polarización política también ha marcado pautas desde los más altos centros de toma de decisiones de los partidos en el país. Pero el dilema al que se enfrenta el ciudadano no es tanto el pacto en sí mismo, sino el cambio de criterio que no siempre obedece al interés general y es lo que debería primar en cualquier asunto que tenga que ver con lo público. El donde dije digo  pasa a ser demasiado habitual en estos tiempos, y paradójicamente es lo que el ciudadano más penaliza. Así, el discurso político peca fácilmente de credibilidad. Esta actitud es la que ha venido a demostrar el Ejecutivo en funciones de Pedro Sánchez, que en sólo unos días ha pasado de asegurar que los separatistas (en referencia a ERC) «no son de fiar» para plantear nuevamente lo que también hizo durante la campaña electoral de las generales, que fue apelar a la necesidad de diálogo y «no abandonar la política» para hacer frente al conflicto territorial que vive España. 

El Ejecutivo, desde que las filas de ERC boicotearan la elección de Iceta como presidente del Senado, se había distanciado de los separatistas. El PSOE aseguraba que de ellos «nunca te puedes fiar», y no se planteaban siquiera la abstención de los republicanos tras un episodio que obligó a Sánchez a recomponer su hoja de ruta. Sin embargo, y curiosamente, esta nueva situación llega una vez que Sánchez empieza a sentir un bloqueo mayoritario de cara a la sesión de investidura, que tendrá lugar a principios de julio. Lo que necesita este país ahora mismo es estabilidad para recuperar una senda de crecimiento sólida. No parece la mejor situación arrancar la legislatura con un gobierno sostenido con alfileres por los diputados independentistas de ERC, y si a ello le añadimos las continuas amenazas de PNV o Podemos, socio natural del PSOE, no es descartable vernos expuestos ante el peor escenario de inestabilidad, que podría abocar incluso en una nueva convocatoria electoral.

Constituidos hoy los ayuntamientos, y en los próximos días los gobiernos autonómicos, se dejarán descansar las calculadoras de los pactos hasta dentro de cuatro años, a la espera de lo que ocurra en el Parlamento. Entonces, cabe suponer de la clase política la mayor seriedad, sensatez y prudencia, anteponiendo el interés general en cualquier decisión, dejando de lado las ambiciones personales de unos pocos que sólo pueden propiciar que germinen problemas inexistentes.