Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Demuestre que no es humano

17/02/2023

Raro es el día que no leo, escucho o veo alguna noticia referente a los robots. Está de moda ser robot. En cuanto navegas un poco por internet, enseguida te aparece el mensaje: demuestre que no es un robot. De aquí a nada podremos elegir entre ser humanos o robots y entonces nos aparecerá en nuestras pantallas otro aviso: demuestre que no es un humano. La última noticia la escuché esta semana coincidiendo con San Valentín, ese día que en España se empezó a celebrar a mediados del siglo XX para incentivar el comercio. Se dice que la campaña inicial fue de Galerías Preciados. ¡Qué vivos! En la noticia se aludía a un estudio en el que se planteaba si actualmente nos podemos enamorar de un robot. Lo que ahora nos parece ciencia ficción, en cuestión de nada, será realidad. 
No profundicé mucho en la información, pero imagino que se referían a inteligencias artificiales. No creo que Cupido pueda hacer de las suyas lanzándonos la flecha para emparejarnos con una cafetera de cápsulas por mucho que te recuerde a George Clooney o una freidora de aire por muy de moda que esté. Si la noticia se refería a robots humanizados, es decir, a la inteligencia artificial, quizá lo más apropiado, si hablamos de enamoramiento, sería aludir a emoción artificial que no sé si existe. Lo más parecido a una máquina a la que podamos amar serían los asistentes personales como Alexa y Siri. Los nombres y voces que se les aplicaron nacieron en femenino como reflejo de los estereotipos de género, porque según los estudios que realizaron, las perciben como serviciales y amables. Sin embargo, las voces masculinas se relacionan con el poder, el mando y la autoridad. Ahora parece que sus propietarios se han dado cuenta de que la igualdad también debe llegar a este ámbito y aunque los nombres no cambian, se intenta que la voz sea neutra. Estas aplicaciones las usamos sobre todo para pedir que nos recuerden algo, que nos pongan una alarma, que nos enciendan y apaguen las luces, que marquen un número de teléfono o que te pongan música. Es decir, cumplen una función de cuidado y de asistencia que se atribuye tradicionalmente a la mujer. Hace unos días asistí a una jornada muy interesante sobre cuidados a dependientes en la que se evidenció que el 90% de las cuidadoras en España son mujeres. Los cuidados, sean del tipo que sean, no pueden ser una carga para las mujeres como lo son desde tiempos inmemoriales. Da la sensación de que nosotras sabemos cuidar porque somos mujeres. Como si naciéramos con el don de limpiar un culo y los hombres, no. Con la lentitud que se avanza en igualdad, antes de que se resuelva esta discriminación y se profesionalicen los cuidados, los robots ya habrán sustituido a las mujeres y los familiares de los dependientes podrán elegir libremente una máquina, su nombre y su voz. Esperemos que sin estereotipos de género.