Manuel Juliá

EL TIEMPO Y LOS DADOS

Manuel Juliá

Periodista y escritor


Lo sé todo de ese chico

30/06/2019

Me quedo mirando a mi compadre y veo cómo le brillan los poros, cómo el rostro se le va hinchando hasta que imagino un sordo ¡glup! y veo su rostro explotar como un globo de hidrógeno en la estratosfera. Tío no puedo hacer otra cosa que hablar del calor. No puedo hacer otra cosa que quejarme a dios porque así siento que tiene sentido sufrir este acoso del cielo, me dice. Pues no me hables del calor hermano, le contesto bebiéndome medio litro de cerveza de un sorbo. En el velador de atardecer la yerba también expresa su letanía. Qué calor, qué calor. Estoy hasta los huevos del hablar del calor me dice el compadre. Pues no son condiciones ambientales para filosofar le contesto. De qué coño vamos a hablar si el calor nos está matando las neuronas, le digo mientras se come una hamburguesa de carne de Hida que devora tal si fuera una bomba de nata. 
En el chiringuito apenas se siente el frescor del viento marino. Suena una música enlatada repetitiva que va amuermando a los bailadores que pisan casi desnudos la yerba y la arena. Te prohíbo que me hables del calor compadre, y del fútbol, y de los gatillazos de Rivera, la sangre de horchata de Sánchez, o la villanía de Torra aprovechando lo que sea para llevarse la ascua a su sardina, le digo. Él se relame los últimos restos del tomate de la hamburguesa, que no solo habitan sus mofletes, sino también el extenso campus de su camiseta negra. Grumos rojos pespuntean el mensaje que adorna su pecho. Vox troglodita. Es como si le hubieran dado cuatro tiros con una escopetilla de feria. 
De qué quieres que te hable hermano si no vale la política, el deporte o la filosofía. Si quieres te leo un poema, le espeto. Si quieres te pego una hostia me responde. Pues nos callamos hermano le digo mientras me llega la segunda jarra de cerveza. Él absorbe el quinto gin-tonic y dice que eso de quedarnos callados nada. Le va la marcha verbal. Y mientras la horrorosa música y el hedor de los sobacos asoma me dice que hablemos de dios, que el calor le pone metafísico, es como tener un tráiler de infierno. Leche, en estas condiciones hablando de teología, niño, eres la hostia, me quejo. Es que he leído una entrevista de Red Rexx a Ava Gardner, me informa, y esa diosa dice lo que miles de teólogos y curas no han olido jamás. 
Llevo todo el día pensándolo. Pues cuenta, cabrón. Y me dice que en la entrevista Larry, un amigo beato, le pregunta si no cree en dios, que él le reza cada noche y a veces le contesta. Y Ava Gardner, esa diosa que se ofreció a mortales afortunados, le comenta que a ella nunca le ha contestado, que nunca estuvo cerca cuando le necesitó. «No hizo nada, pero retorció toda mi vida desde el día en que nací. ¡No me hables de dios! ¡Lo sé todo de ese chico!», le dijo a Larry mientras Red sonreía porque estaba asistiendo a la más maravillosa entrevista que había hecho en su vida.