Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Fases

19/05/2020

Más que hablar de fase 0, 0,5, 1 y 2 habría que hablar, dadas las circunstancias, de fase «Sálvese quien pueda», fase «Tonto el último», fase «A mí no me ajuntan porque me tienen envidia», fase «A ver si, con las prisas, la vamos a liar» y luego unas cuantas subfases más en función del pie con que se levanten los que tienen que dar la rueda de prensa, ir al Parlamento o meterse a degüello en las redes sociales. ¿Qué se fizo de aquellos propósitos iniciales en los que lo único importante, vital, era atajar la pandemia, frenar el número de muertos y, en la medida de lo posible, garantizar la seguridad sanitaria de la población? A muchos ya se les ha olvidado. Han pasado de pantalla y ahora de lo que se trata es de sacar rentabilidad política y de desgastar al Gobierno. ¿Para qué? Hombre, no me sea ingenuo: pues para ocupar yo el puesto que tengo allí. ¿Y usted cree que está el país para cambios de Ejecutivo, para mociones de censura o para nuevas elecciones? Hay quien piensa que sí, que el mando lo tienen que tener quienes, por clase, procedencia y apellido, saben mandar desde dos horas después del bautizo; los demás son advenedizos, usurpadores. Por eso es obligatorio echarlos cuanto antes, aunque sea base de caceroladas, banderas excluyentes, concentraciones ilegales, bulos, manipulaciones y ataque tras ataque. Ya parece que la salud ha pasado a un muy segundo plano. Tanto que hasta el presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León se permite declarar que «el Gobierno usa la paralización de un país para fines distintos que salvar a la gente de la enfermedad». El máximo responsable del Poder Judicial español ha tenido que pedirle «moderación, prudencia y mesura». Peticiones que habría que hacer extensivas a otras autoridades, a políticos, a periodistas y seudoperiodistas, a tertulianos y a un largo etc. Me temo que surtirían poco efecto porque hemos entrado ya en la fase de la crispación y de la bronca perpetua, en esa etapa cainita e irracional que persigue a España desde la noche de los tiempos. Y para mayor oprobio dicen que todo se hace en nombre del pueblo y para el pueblo. Vivir para ver.