Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


AstraZeneca

13/04/2021

AstraZeneca ha entrado de lleno en nuestras vidas. Ya es de la familia. Pronunciamos esta palabreja como si la hubiéramos mamado desde niños, como si fuera un legado cultural de la abuela mientras nos acunaba. Quizás sea una moda pasajera, pero, de momento, ahí está, sonando por doquier, llenándonos de esperanza y de dudas, de deseo y de miedo, de seguridad y de riesgo. Todo a la vez. Sabemos que la vacuna es la mejor, y casi única, forma de vencer al virus. Sabemos también que las autoridades sanitarias aseguran por activa, por pasiva y por perifrástica que las ventajas son mucho mayores que los inconvenientes, que las contraindicaciones de la AstraZeneca son mínimas (una entre un millón), inferiores a las de otras medicinas de uso corriente, pero ha bastado que se difundiera la existencia de algunos, pocos, trombos para que saltaran las alarmas y llegara el refugio tras palabras como prevención y precaución, sobre todo aquí, única región donde se suspendió desde ya mismo la vacunación con AstraZeneca. Doce horas después, la Junta decidió reanudarla pero no para los menores de 60 años. Tampoco se sabe qué pasará con los del 56 que recibieron la primera dosis. Todo esto, claro, tiene desconcertado al personal, especialmente a quienes vieron en la vacunación el final del problema, pero ahora están llenos de incertidumbre e, incluso, dispuestos a rechazar la inoculación por si acaso, quita, quita, no sea que me toque a mí. El miedo es libre. Y más si los mensajes de los expertos son un tanto confusos. La Agencia Europea del Medicamento, máxima autoridad sanitaria continental, reafirma la seguridad de AstraZeneca, pero también anota posibles “vínculos” entre esta vacuna y algunos trombos “raros”. Los pesimistas se quedan con lo de los “vínculos” y, como la consejera de Educación de Murcia, prefieren esperar a ver qué les pasa a los demás. Por eso no estorbarían informaciones claras y trasparentes. Y, además, uniformes. No parece de recibo que cada comunidad haga la guerra por su cuenta y al de al lado que lo zurzan. ¿Es mucho pedir?