Luis Miguel de Dios

TRIGO LIMPIO

Luis Miguel de Dios

Escritor y periodista


Radicales

12/11/2019

De los resultados electorales del pasado domingo se pueden extraer miles de conclusiones. Una de ellas, quizás la más inquietante, es el avance de los radicalismos, de posturas que, salvo alguna excepción, no van a ayudar a la gobernabilidad de España. Entre ese avance se encuentra la espectacular subida de Vox, que incluso llegó a ganar en la Comunidad de Murcia, aupado ya al tercer puesto en el ranking nacional. Pero también es muy preocupante la subida del independentismo catalán, aunque aun esté muy lejos del 50% del electorado. ERC ha perdido dos escaños, pero Junts, la ex CiU, más radical ahora que los de Rufián, ha ganado uno y la CUP, con sus fogatas y cortes de carretera, entra en el Congreso con dos representantes. Las broncas parecen aseguradas. También han ganado presencia los independentistas vascos de EH Bildu que, con cinco diputados, podrían tener grupo parlamentario propio con todo lo que ello significa. Y entran en el Parlamento otros secesionistas, los gallegos del BNG, de quienes tampoco se espera que faciliten las cosas para lograr y consolidar un gobierno estable. Ante esta situación, ¿qué futuro nos espera? Todos se horrorizan ante la posibilidad de nuevos comicios, pero nadie dice cómo se puede desbloquear la situación y ya hay quien sigue poniendo, o manteniendo, líneas rojas que no auguran precisamente días de acuerdos. Y todos vuelven a hablar de la necesidad de diálogo, de consenso, pero nadie coloca sobre la mesa alianzas que garanticen la investidura y un Ejecutivo sólido. Estamos en los días de “análisis” y de buscar responsables (para bien o para mal) de lo ocurrido. Sin embargo, esto no será suficiente si los partidos con presencia nacional no comienzan a renunciar a sus postulados y a las inquinas personales de sus líderes para llegar a los imprescindibles pactos. Y todos tienen que ser generosos y ceder. Salvo que quieran, o toleren, que el futuro de España dependa de las acciones de Torra, Rufián, las Cup u Otegui o del extremismo retrógrado de Abascal. O, claro, de una nueva cita electoral que sería ya de chiste. Ellos verán.