Juana Samanes

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Juana Samanes

Crítica de cine


Martin Eden

19/12/2020

Hace algo más de un siglo, en 1909, el escritor norteamericano Jack London publicó Martin Eden, una novela autobiográfica que narraba las vivencias de un joven marinero inculto quien, tras conocer a una familia burguesa, intentaba educarse intelectualmente para llegar a ser y pensar como ellos. Su camino no estará exento de dificultades. El director Pietro Marcello se toma libertades narrativas y traslada esta obra al Nápoles que él conoce, pero el relato sigue funcionando y posee mucha fuerza.
 Narra los acontecimientos de una forma osada, pues introduce inserciones de imágenes documentales y de ficción en diferentes formatos que se deslizan muy bien. El camino que emprende Martin, en esta película tiene su origen en el amor se siente por la elegante Elena Orsini, quien se convierte en su mentora gramatical y le presta los primeros libros. No obstante, lo que engancha es la voluntad y el esfuerzo del joven por culturizarse y convertirse en escritor, descritos sin restar los desprecios y sin sabores que recibe el rudo muchacho. Una lucha que resulta cercana porque es el deseo de todos aquellos que han intentado mejorar de calidad de vida.
 De la propia cosecha de Marcello, y no resulta mala elección, es que sitúe la peripecia de Eden en la Italia de finales del siglo XIX, repleta de agitación social, donde se consolidan los movimientos sindicales.
 Sin embargo, lo más apasionante del relato literario, y que está reflejado en la película, es como la sensibilidad no es patrimonio de los cultivados, de tal forma que la educación se convierte en un arma efectiva para ser capaz de desarrollar la mente pero no es la única ni la más importante.
 Aplaudida y premiada en multitud de Festivales, entre ellos el Europeo de Sevilla, donde recibió el Giradillo de oro, que es el máximo galardón, alucina la actuación de Luca Marinelli capaz de convencernos de sus cambios de dicción mientras avanza en su educación autodidacta.
 El mensaje moral de la novela se transmite a la película: el joven protagonista, a medida que va adquiriendo conocimientos, descubre que tras esa capa de cultura y modales se esconden seres tan ruines como los que habitaban en su antiguo mundo.