Fernando González Ferreras

PREDICANDO EN EL DESIERTO

Fernando González Ferreras

Catedrático


¡Por fin!

29/05/2021

La Formación Profesional (FP) ha sido la ‘pariente pobre’ del sistema educativo. Todavía padecemos el síndrome de la ‘titulitis’ por el que una parte de los padres desean que sus hijos vayan sólo a la universidad. Nadie admite tener prejuicios contra la FP, pero aún permanece la idea equivocada de que quien estudia FP es porque no puede hacer una carrera. Las estadísticas señalan que los hijos de padres universitarios se decantan más por la universidad que los que tienen padres sin estudios superiores. Es cierto que la valoración de la FP está mejorando, pero aún queda una cierta infravaloración que, en mi opinión, refleja un enorme fracaso social y educativo.
Y esto es difícil de comprender cuando los datos son inobjetables: la FP es la mejor generadora de empleo ya que son los estudios más cercanos al mercado de trabajo, gracias a que ha experimentado una evolución rápida (hay más de 3.700 centros educativos) y espectacular, ofertando más de 150 ciclos formativos dentro de 26 familias profesionales, creando centros de excelencia (Castilla y León ha sido la primera comunidad en crear una red para «mejorar el atractivo de estos estudios y facilitar su participación en proyectos de intercambio con Europa»), implantando nuevas modalidades como la FP Dual (formación compartida entre el centro educativo y la empresa), la oferta en tres niveles: básico (para alumnos que por diversas razones no han podido terminar la ESO), de grado medio y de grado superior (con contenidos muy relacionados con un oficio determinado), más los cursos de especialización y la flexibilidad en las modalidades: presencial (en los centros de FP), a distancia (online o semipresencial) o a través de pruebas libres.
Por fin hay una «Alianza por la Formación Profesional: una estrategia de país», un acuerdo entre gobierno, patronal y sindicatos para la consolidación de la nueva FP como palanca para el desarrollo de España al cubrir la necesidad de técnicos de cualificación intermedia. También se anuncia una ley de FP con un presupuesto de 2.000 millones de euros en tres años por medio del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia. Espero que estos proyectos tengan éxito. Demasiadas veces he oído buenas palabras que no se han concretado. La FP tiene que favorecer la formación inicial (la única profesión para la que no se necesita ninguna clase de formación es la de idiota), la actualización permanente de estudiantes y trabajadores ocupados o en situación de desempleo y garantizar la formación a lo largo de la vida.
Deseo que esta iniciativa contribuya a atacar los desafíos que, en mi opinión, tiene la FP actual. El primero es la mejora en la formación permanente del profesorado ampliando su estancia en empresas para una mayor adaptación de los procesos de enseñanza-aprendizaje a las cualificaciones demandadas por el mercado de trabajo; es imprescindible conocer los requisitos del puesto para el que van a formar a sus alumnos. El segundo es la brecha de género: todavía hay ciclos (generalmente los industriales y tecnológicos) en los que la presencia de la mujer es demasiado baja, aunque está mejorando la tendencia. Siguen en vigor estereotipos absurdos como «hay cosas que se dan mejor a los chicos». Me parece imprescindible mejorar la orientación laboral (animando a las chicas a elegir obviando roles tradicionales), publicitar y dar a conocer ejemplos de mujeres triunfadoras en disciplinas ‘clásicas’ de hombres.