Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Nubarrones

30/06/2022

Estos días desaparecen las moratorias de los procesos concursales y de la carencia de los créditos ICO, medidas precautorias hijas de la ira de la covid. Ahora, en julio se recupera el mecanismo del concurso de acreedores y se oyen voces que alertan del peligro que se avecina, dado lo dañado que llega a esta tesitura el tejido empresarial.
Todo sube, incluido el precio del dinero, la mecha que le faltaba a la trilita de la solvencia. Durante el periodo de congelación, el compromiso era modificar la ley concursal para que fuera más útil para las empresas en problemas, pero estos señores del Gobierno no han tenido tiempo y seguimos con la norma antigua.
Dicen que uno de los problemas de nuestro sistema político es que la dirigencia rara vez pagó una nómina antes de ejercer un cargo y desconoce, por lo tanto, el dolor de ver caer las hojas del calendario y que el circulante no circule. Abstraídos en sus chanzas y en sus tacticismos electorales, entretienen su tiempo en la geometría variable mientras los empresarios sufren por la contabilidad invariable.
Apoyar a las empresas: ese debe ser ahora el único propósito de la actividad política en esta coyuntura de grave riesgo de recesión y en un país endeudado hasta los dientes. Los empleadores y los empleados, ése tendría que ser el único relato. Y el servicio a ésa causa, el único motivo de preocupación de los múltiples gobiernos y desgobiernos que gestionan nuestra cotidianidad.
Segundo semestre alarmante. Lo empezamos con el final de estas dos moratorias. Esperemos que se sepa gestionar con acierto y que hayamos aprendido algo de la historia. Siempre nos quedará García-Gallardo, experto en hipersexualidad, para los que estén bien jodidos.