Fernando González Ferreras

PREDICANDO EN EL DESIERTO

Fernando González Ferreras

Catedrático


Indultos para todos

19/06/2021

En la última campaña electoral Pedro Sánchez insistió en «poner fin a los indultos políticos» acusando al PP de haberlos utilizado «más de lo debido». Eran tiempos en que Sánchez afirmaba que el acatamiento de la sentencia del procés implicaba su «cumplimiento íntegro» y que el «debate del indulto no está encima de la mesa». Poco después, como tantas veces, Sánchez cambió de opinión. Ahora sostiene que los beneficios de conceder indultos serán mayores que los perjuicios porque la «vida política catalana entrará en una vía de diálogo y concordia». No sé en qué basa tal afirmación. Algunos socialistas defienden que el indulto es una «medida legítima» a través de la cual «se han concedido indultos a golpistas como Tejero» por parte del gobierno de Felipe González (incluso algunos afirman que lo indultó el PP) y que nadie protestó en aquel momento, lo que es totalmente falso. No se indultó a Tejero, a pesar del informe favorable del Supremo, sino que salió de prisión tras cumplir la mitad de la condena. Carmen Calvo, vicepresidenta del gobierno autora de frases célebres («no hay ninguna posibilidad de que Unidas Podemos entre en el Consejo de Ministros» o «el dinero público no es de nadie» entre otras) ha intentado añadir otra justificación: los «indultos son para dar estabilidad al país y pasar página de los errores que cometió el PP». ¿Obligó el PP a los condenados a intentar saltarse la constitución?
Ya que los partidos independentistas mantienen su desafío y aseguran que lo volverán a hacer, no me parece serio otorgar medidas de gracia; por eso estoy en contra de la concesión de indultos. Cesare de Beccaria escribió, en el siglo XVIII, ‘De los delitos y las penas’, del que destaco una frase: «La finalidad del castigo es asegurarse de que el culpable no reincidirá en el delito y lograr que los demás se abstengan de cometerlo». Es triste oír al presidente hablar de «venganza». No creo que hacer cumplir las sentencias sea una venganza. La justicia castigó que se saltaran las leyes a pesar de las advertencias del Constitucional. Y no advierto que existan «razones de justicia, equidad o utilidad pública», igual que opina el Supremo.
Este empeño en conceder indultos me recuerda la historia de Enrique IV. Su fe le impedía, en el siglo XVII, ser rey porque Francia no toleraba ser gobernada por un hugonote. Después de varias batallas, Enrique conquistó Paris y dio el paso definitivo para ser rey: se convirtió al catolicismo. Cuando fue coronado en la catedral de Chartres, se cree que dijo: «París bien vale una misa». ¿La Presidencia bien vale un indulto? Recomiendo la lectura de los capítulos XXII y XXIII de la primera parte del Quijote. Don Quijote vio 12 hombres con cadenas y esposas custodiados por guardias, gente que, le dice Sancho, «por sus delitos va condenada a servir al rey en las galeras de por fuerza», porque «la justicia, que es el mismo rey, no hace fuerza ni agravio a semejante gente, sino que los castiga en pena de sus delitos». Don Quijote piensa que «aunque os han castigado por vuestras culpas, las penas que vais a padecer no os dan mucho gusto y vais a ellas muy de mala gana y muy contra vuestra voluntad», así que los libera, pero los condenados, una vez libres, atacan a Don Quijote y Sancho dejándoles malheridos. Don Quijote dice a su escudero: «Siempre, Sancho, lo he oído decir, que el hacer bien a villanos es echar agua en la mar». ¿Servirá de reflexión a alguien?