Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


El país de las marquesas, los golpistas y los terroristas

29/05/2020

Pregunto a amigos bien colocados en instancias europeas qué se piensa en la UE de España. La respuesta, en las últimas horas, ha empeorado: no nos toman, definitivamente, en serio. Y no lo digo con talante acomplejado, no: es la pura verdad. Esa Unión Europea que tiene que facilitarnos el oxígeno de nada menos que 140.000 millones de euros está, creo, un poco perpleja, dando la razón a Bismarck, el canciller de hierro que dijo que España es el país más fuerte del mundo, porque lleva siglos intentando destruirse y aún no lo ha conseguido.

Espero que los hombres de negro que vendrán, si vienen, con el maletín de los billetes y con las exigencias, no hayan visto las últimas sesiones parlamentarias. Sí, esas en las que unos acusan a otras de marquesas, nobles que, a su vez, contraatacan acusando al padre del acusador de terrorista, justo la víspera de que el primer acusador -o sea, vayamos a la cuestión, Pablo Iglesias- se lanzase a considerar golpistas a los integrantes de la formación más derechista -o sea, ultraderechista, en calificación europea- del panorama parlamentario español.

Mire usted, el Parlamento, que es el sancta sanctorum de una democracia, no puede ser el escenario de estos, ejem, juegos florales. Y menos cuando el país que alberga a ese Parlamento tan atípico se halla al borde del estallido social y económico. Ni Cayetana Álvarez de Toledo -mira que lo hemos dicho- debería seguir siendo la portavoz parlamentaria del grupo Popular, ni tampoco Adriana Lastra la del grupo socialista. Han convertido la sede del Legislativo en hogar de la confrontación, justo cuando haría falta, en tiempos de aflicción patria, lo contrario. Que no digo yo que los jefes de ambas estén, claro, exentos de culpa; ocurre que, para cambiar las ideas y los comportamientos, hay que cambiar a las personas.

Y vamos con don Pablo Iglesias. No sé quién o qué le hace pensar que el Parlamento es el patio de un colegio. Nadie podrá acusarme de mostrar preferencias por un grupo como Vox, que menudo peligro encierra. Pero ir por ahí acusando de golpista a una formación respaldada por millones de votos y que, si hay que decir la verdad, puede pecar, y peca, de muchas cosas, pero de golpistas, hasta el momento, no, me parece tremendo. El señor Iglesias, sí, ese que dijo que pomadita a quien no le guste que él esté en el Gobierno como vicepresidente, hace un muy flaco favor al país en cuyo barco él ejerce como segundo de a bordo presentándolo como una nación en la que quien no está con el Gobierno es un presunto involucionista, o una marquesona, o un cavernícola, y pomadita para todos ellos, que cierren la puerta al salir.

La Europa de las Ursula von der Layen, Merkel, Macron o Conte, aunque quizá sí algo el enloquecido Johnson, poco tienen que ver con este chuleta de barrio, con las salidas horteras de pata de banco contra los nobles, con el insulto puro y duro al adversario político, a quien se convierte en rival... y que cierre cuando salga, oiga. Aquí cabemos todos, y más en una comisión parlamentaria dedicada a buscar consensos para reconstruir lo que nos quede de país tras la pandemia y tras el paso del caballo de algunos Atilas nacionales, que no paran de utilizar las puertas giratorias del chollo y del favoritismo al correligionario.

El señor Iglesias no lleva ni cinco meses ejerciendo la gobernación de esta gran nación y ya ha ofrecido una imagen de degradación en las formas solo paralela al desconcierto, sectarismo y desconocimiento que muestra en los fondos. Y lo peor, ya digo, es que en esa Europa que nos observa, que va a debatir cuánta ayuda merecemos, el espectáculo no puede ser visto con los ojos benévolos con los que aquí a veces lo disculpamos todo: es que Pablo es un revolucionario, es que Cayetana en una impulsiva, es que Adriana, la pobre, ni tiene ni idea, es que Echenique es un desastre, es que doña Macarena Olona, tan fogosa, ama los grilletes, sobre todo, sujetando las manos de los ministros socialistas... Son todos ellos unos irresponsables que van a llevar a este país, a nuestra España, al descrédito moral, a la desgracia. Basta ya. No tenemos tiempo para estos juegos pirotécnicos, que envilecen al país en lugar de mejorarlo.