Fernando González Ferreras

PREDICANDO EN EL DESIERTO

Fernando González Ferreras

Catedrático


Imprevisión

19/09/2020

Está comenzando uno de los cursos académicos más difíciles de los últimos años. La pandemia, que ya generó un complicado confinamiento en el final del curso pasado, sigue presente obligando a medidas excepcionales para procurar la mayor seguridad posible de la comunidad escolar. Es un momento de reflexión, tardío, pero necesario. Al final del confinamiento se debió realizar un profundo debate en toda la comunidad sobre los aspectos a mejorar. Se detectó que hubo profesores con problemas con la tecnología (se pudo haber distribuido un disco tutorial para paliar esos problemas o realizar un curso virtual), profesores que señalaron dificultades metodológicas y didácticas en la enseñanza a distancia (también se les pudo ayudar con tutoriales o cursos on-line) y creo que no se han creado los mecanismos necesarios para paliar estas disfunciones. Hubo alumnos que no disponían de internet para seguir las clases de sus profesores (bien por no existir en su lugar de residencia o por apuros financieros de su familia para contratar una conexión) y también hubo familias preocupadas porque si la mayoría de los profesores se conectaban a la misma hora (habitualmente de mañana), ¿tenían que comprar un ordenador para cada hijo?
Si hay que volver al confinamiento, ¿se resolverán estos problemas? Creo que hay un grave problema de falta de previsión. En un curso como éste ¿no hubiera sido más razonable adelantar la adjudicación de destinos del profesorado? Se ha ampliado el número de profesores para desdoblar aulas, una buena medida, pero ¿no pudieron adelantarse los nombramientos? Algunos fueron avisados con 24 horas de antelación. Cuando se comunicó la medida del aumento de profesores, modificada posteriormente, no se explicitaron los criterios, que yo sepa, que determinaron el número. Parece ser que son 900. ¿Por qué no 1.500 ó 400? ¿De qué materias? ¿Con qué criterios se han dividido entre las provincias? ¿Con qué criterios se han adjudicado a cada centro? Tengo la sensación de que se han tomado las decisiones sin tenerlas preparadas, de repente, improvisando. Sé que hay personas que piensan que la improvisación es algo propio de los muy inteligentes, pero creo que está muy bien para humoristas, cantantes y poco más, no para dirigentes que tienen que tener clara una visión de futuro.
Se pudo prever que en septiembre habría unos de estos tres escenarios: que la pandemia estuviera controlada y siguiera bajo control todo el curso (por lo que habría que tomar pocas medidas para la seguridad), que se empezara bien y se torciera la situación con un rebrote en octubre o noviembre (¿qué se debería hacer entonces?, ¿contratar profesores en esas fechas?,  ¿clausurar centros?) o que se empezara con descontrol del Covid con duración imprevisible, como es el caso. Cada escenario debería tener protocolos diferentes, negociados y públicos para seguridad de todos. He hablado con directores y profesores (debería decir que han hablado ellos conmigo) y en todos se nota la inquietud sobre las medidas de un día para otro, medidas sin explicación, con ausencia de criterios y, en algunos casos, de dudosa utilidad.   
Tengo la amarga sensación de que impera la idea de «vamos a hacer que hacemos para que si pasa lo que no queremos, no se nos diga que no hicimos» en vez de reflexionar profundamente para tener una visión muy clara del pasado y plantear medidas para evitar peligros que es posible que nos volvamos a encontrar.