José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


Sánchez Dragó nos repudia

12/08/2022

No había cumplido los veinte cuando me metí entre pecho y espalda los cuatro volúmenes de 'Gárgoris y Habidis, una historia mágica de España'. Ya conocía entonces que su autor, Fernando Sánchez Dragó, aunque no lo era, militaba de soriano allá donde quiera que le dieran voz y parlamento. Eran aquellos años en los que la parte castellana del solar nacional buscaba también su identidad diferenciadora del resto, tarea que ya tenían hecha el País Vasco, Galicia y Cataluña y aunque Dragó no lo pretendiera, no fuimos pocos los que buscábamos en sus escritos la épica de la vieja Castilla antes incluso de que existiera. En tiempos de la Celtiberia. Acudí, cómo no, a una conferencia del aludido, que versaba precisamente sobre los tiempos gloriosos de Tiermes y Numancia. La charla, en el viejo CUS, incluía coloquio posterior y ese día empecé a descifrar una parte del perfil del popular personaje. Había asegurado que el graderío de Tiermes fue la primera plaza de toros de España, tesis que probaba el hecho de que se habían hallado astas en las excavaciones. El entonces jovencísimo profesor Alfredo Jimeno le recordó, sin acritud, que las astas halladas no eran de toro, sino de ciervo. Respuesta de conferenciante 'Ah bueno, pero queda más bonito así'. Con un par. El mito se me vino abajo.

Pese a todo seguí contando con él en la radio. Nunca me negó una entrevista sobre todo si de los Sanjuanes se trataba. Disfrutaba con sus comentarios, ingeniosos y rompedores a veces como cuando propuso cerrar la ciudad en esas fechas para evitar que hordas de patosos arruinaran su esencia.

A Sánchez Dragó se le nombró hijo adoptivo de la ciudad por lo que la promocionaba y defendía pero, será por la edad, aquel hombre irreverente que presumía de haber llevado a su chica al callejón un Viernes de Toros y que los 'mozos' le quitaron las bragas y las subastaron, de lo que jamás encontré testigo alguno, vuelve a aparecer en escena para deplorar los cambios que percibe en Soria. Ni le gustan las muchachas que exhiben demasiada piel, ni los varones que lucen pantorrilla. Comparto que no le agrade el nuevo mercado y algunas cosas más pero en general, se autorretrata como el veterano que vuelve a su refugio ancestral y no lo reconoce, ni acepta sus cambios. Y Lo mismo que ya hiciera su colega Javier Marías, lo repudia por no ser el parque temático, casi medieval, que al parecer le fascinó en su día.

Sorprende que, la casona que habita en Castilfrío de la Sierra, la haya decorado con grandes figuras de Buda en su exterior, totalmente fuera de lugar en las casas de piedra de las Tierras Altas. La coherencia no es virtud que adorne a Sánchez Dragó.