Silvia Garrote

JALÓN POR LA VEGA

Silvia Garrote

Periodista


Crianza o torreznillo de tapa

07/05/2022

Recientemente se publicó el estudio de la plataforma de ahorro europea Raisin titulado El coste de tener un hijo en España.  El titular no podía ser más jugoso: los padres se gastan la friolera de 300.000 euros hasta que su precioso bebé se emancipa. Es una estimación, claro, con datos sacados de distintas fuentes, algunas más fiables que otras. Por ejemplo, calcula la paga que reciben los adolescentes por datos aportados por ING, que no entiendo cómo lo calcula este banco. La cuestión es que si su vástago es un barón, tiene que saber que aún le saldrá un poquito más caro, en concreto, 309.381 euros, según el estudio. Y esto es así porque los hombres se emancipan más tarde que las mujeres, en concreto, a los 30,7 años, frente a los 28,8, que es la edad a la que ellas vuelan del nido. 
El tema da para largo y tendido, tanto si uno se lo toma a chanza y jerigonza, como si realmente empieza a calcular el porcentaje de salario que hay que dedicar a la crianza en un país en el que los sueldos son más bien bajitos; por no hablar de lo que esta falta de sensibilidad política en ayudar a los futuros padres a decidirse a la reproducción está suponiendo en las cifras de población de España, con todos sus derivados. Vayamos por la primera línea. Somos muy dados a traducir cifras un poco inabarcables en conceptos mucho más entendibles. Por ejemplo, 300.000€ a lo largo de una vida dan para bienes inmuebles, viajes o miles de cervezas con torreznillo de tapa. Y ya tenemos un buen argumento para los que se niegan a perder estatus en pro de convertirse en progenitores, por no hablar de cuestiones no tan tangibles, como los dolores de cabeza que se evitan. En el otro lado de la balanza, también se podrían cuantificar otras muchas cosas mucho más absurdas que traer hijos e hijas a este mundo y en las que, tacita a tacita, nos gastamos el equivalente a un par de cosechadoras. Y no nos tan interesantes, e, incluso, perjudican seriamente nuestra salud.
En la segunda línea, la seria, cada vez se pone más complicado lo de la paternidad y maternidad. Por supuesto que supone un gasto económico añadido, pero ningún padre o madre valora esa cuestión como una barrera. Además, es obvio que hay muchas formas de criar y no todas tienen por qué resultar tan costosas. Lo que sí supone un verdadero freno es la falta de ayudas, la nula sensibilidad con algo tan importante como la conciliación familiar, la incompatibilidad de aunar trabajo y maternidad para muchas mujeres, la imposibilidad de que los jóvenes se emancipen a una edad lógica y un montón de factores más que están afectando a la natalidad, hasta el punto de que ya es un problema de primer orden en la vieja Europa.
Eso, ahí fuera, porque en Soria, la situación es de catástrofe. Da verdadero miedo asomarse al último dato que nos ofrece el padrón del INE a 1 de enero de 2022, con casi 500 personas menos que hace un año. Ahora mismo somos 88.277 almas las que estamos censadas en esta provincia, el menor número registrado nunca. En apenas un siglo, Soria ha perdido más de 60.000 habitantes. La situación urge un plan de choque frontal, porque no solo no hay niños ni niñas, pronto no va a haber nada. Ni torreznos para tapas, háganse cargo.  

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