Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


La era de los caracteres

23/04/2021

Hay muchas cosas que la pandemia me ha arrebatado. Algunas son irrecuperables como el tiempo, los besos, los abrazos, los viajes, las celebraciones familiares o las festivas. Otras volverán como el Club de lectura de la Biblioteca Pública de Soria en el que me inscribí hace casi tres años. Uno de esos pequeños descubrimientos que se convierten en grandes placeres. Sé que volveré al Club con las coordinadoras, Mercedes y Rosa, y mis compañeras y compañero, Ramón; el único varón del grupo. En el Día del Libro no puedo evitar echarles de menos y eso que estamos en contacto a través de nuestro grupo de Whatsapp. Pero no es lo mismo. Simplemente nos saludamos, pero no podemos mantener de manera virtual la actividad presencial de la que disfrutábamos en lunes alternos. A la espera de que se recupere, sigo leyendo como hacía antes de llegar al Club, eligiendo títulos según mi intuición o por recomendaciones de allegados y medios de comunicación.
 He leído muchísimo en los últimos meses: Luz de febrero, Los cien años de Lenni y Margot, La perra, La vida mentirosa de los adultos, El paciente, Los últimos románticos, Lo mucho que te amé, El baile, La leyenda de la peregrina, Un amor o La vida contada por un sapiens a un neandertal.  La lástima es que sin el Club, no puedo comentar con nadie, o casi nadie, cuánto he disfrutado con todas esas páginas, porque pocas personas de mi entorno son lectoras habituales. No he podido intercambiar observaciones, percepciones, sensaciones, dudas, risas y hasta lágrimas que es lo que hacemos en nuestro Club. Cada vez se lee menos. Y no me refiero solo a libros. No se lee en profundidad ni los cientos de correos electrónicos que recibimos a diario, ni noticias, ni reportajes, ni informes, ni nada de nada. Por eso, entre otras cosas, tienen tanto éxito las redes sociales, porque con un simple vistazo nos quedamos con un titular o una frase de un meme. O con una foto sin una sola palabra. Ahora más que nunca cobra sentido aquella vieja frase; una imagen vale más que mil palabras. Máxima con la que nunca estuve de acuerdo, porque depende de la calidad de la imagen y de la magia de las mil palabras. Vivimos en la era de los 280 caracteres de Twitter y los 150 de TikTok. Es imposible estar bien informado o documentado o formado con tan pocos caracteres o simplemente con una foto. Lejos de reconocer la vagancia que trasluce esta época de las redes sociales, la mayoría argumenta con la excusa de siempre: no tengo tiempo. Es la eterna excusa que nos sirve para todo. El «voy pillao» lo mismo nos sirve para ocultar que no nos gusta leer, que no queremos hacer algo, que no queremos quedar con alguien, que nos da miedo hacer algo o que no queremos analizar por qué el Día de la Comunidad, que coincide con el del libro, pasa sin pena ni gloria.