Rafael Monje

DE SIETE EN SIETE

Rafael Monje

Periodista


Sensatez contra el Covid-19

11/03/2020

La extensión del coronavirus en España supera cualquier crisis conocida en las últimas décadas, porque afecta a algo tan sagrado como es la salud del conjunto de la población. De ahí la exigencia de una exquisita coordinación entre las autoridades sanitarias, tanto las que marcan las directrices generales (Ministerio de Sanidad) como las que tienen asumidas las competencias en la materia (las comunidades autónomas). El Covid-19 hace más necesaria que nunca esa capacidad de respuesta unánime, sin fisuras y mucho menos sin matices ni colores políticos. La crisis sanitaria requiere contención reforzada, pero también la solidaridad interterritorial y la complicidad activa por parte de cada ciudadano. Corremos el riesgo, en caso contrario, de avivar el llamado cerebro reptiliano, al que algunos estudiosos aluden para definir el comportamiento instintivo del ser humano y que albergaría las actitudes más básicas de supervivencia, incluidas la agresividad y la dominación, entre otras.

El estricto cumplimiento de las normas sanitarias y legales, por duras que nos parezcan, es absolutamente imprescindible si queremos hacer frente a una cuestión epidemiológica de esta magnitud. Pero tan importante es velar por esa reacción individual y colectiva como hacerlo desde la responsabilidad que impida respuestas insensatas. Y algo de esto sucede desde ayer en los supermercados de España, donde varios lineales y productos se agotaron en horas ante una especie de psicosis incontrolada.

Por eso es tan necesaria esa coordinación general y la llamada a la calma, que nunca hay que confundir con inanición. Porque ese desenfreno por hacer acopio de alimentos y artículos de primera necesidad no parece ser una muestra evidente de sosiego y seguridad, sino de una alarma innecesaria. España cuenta con un moderno sistema de distribución alimentaria, con casi 400 plataformas logísticas repartidas por todo el territorio. La garantía del suministro de alimentos no es ni va a ser el problema. Las circunstancias derivadas por el coronavirus son absolutamente extraordinarias y que, por ello, precisan medidas extraordinarias, pero no avivemos el cerebro reptiliano y perdamos el sentido común, que es el más necesario hoy en día.