Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Perdón por las molestias

06/05/2022

¡Qué difícil es ser libre! Somos esclavos de muchas cosas: de nuestras palabras y nuestros silencios; de nuestros principios (como Groucho, si no les gustan mis principios, tengo otros) y de nuestro final; de nuestros vínculos personales y profesionales; de nuestro pan y del sudor de nuestra frente.

Desde esa esclavitud no podemos escapar de la jaimitada de turno del que pone en boca de su lideresa palabras como pandillero y callejero. Que da la risa por lo ridículo. Por lo antagónico de derecha y callejerismo. Su vínculo con la calle se limita a inauguraciones y paseos triunfales con paradas con los fans para hacerse fotos con los móviles. Paseos triunfales acariciando a los perros de sus admiradores que sueltan un "qué simpática". Paseos triunfales saludando con la mano derecha y levantando el mentón con el orgullo por bandera. Eso no es ser callejero. Tampoco es ser pandillero.

Desde la misma esclavitud, también nos toca ser testigos de la patada a la Enciclopedia de la Historia de España con los dos milenios de historia española o con la España perdida por la invasión musulmana. Es lo que tiene cuando te apropias unilateralmente de palabras como España o patria sin estudiar lo que se esconde detrás de esas dos nociones. O cuando secuestras un símbolo de la nación, por ejemplo, la bandera, aunque seas un neófito vexilólogo.

Puestos a asesorar al asesor, se me ocurre que podría colgar un cartel del cuello de su asesorada con un vistoso, "perdón por las molestias". La hilera de frases y expresiones paridas a la medida de la boca de quien las pronuncia sin ningún pudor es ya tan larga que molesta. Aquello de mezclar churras y merinas, nunca tuvo un final feliz. Mezclar su vocación literaria con su vocación de consultor de comunicación es probable que tampoco tenga un final feliz, porque tanta ocurrencia podría ocasionar el efecto contrario. Chascarrillos 'free'. Lejos de hacer popular a quien las pronuncia, las constantes ingeniosidades se pueden volver en contra, aunque el sagaz pensador tenga tanta autoestima o bajeza (según la perspectiva del observador) como para empujar a quien pregunte cuando entiende que no toca.

El drama de estos asesores no es nada comparado con el drama que sufre el ciudadano de a pie que se topa, quiera o no, con esas perlas que pretenden convertir a la asesorada en la reina de la popularidad, de la cercanía, de la eficacia y del buen hacer.

Aunque hace ya tiempo que algunos asesorados quieren hacer política delante de un micro y mirando a cámara con un estilismo estudiado, la credibilidad se forja en la gestión. Y aunque la plebe te pare por la calle y te pida un selfie, el tiempo pone a todos en su lugar, incluidos a los que nos molestan con sus creativas intervenciones erradas, hueras y huecas.

ARCHIVADO EN: España, Política