Víctor Arribas

VERDADES ARRIESGADAS

Víctor Arribas

Periodista


Lo que esconden las estadísticas

04/10/2020

La estadística es aquella ciencia que estipula por ley que si usted se ha comido dos pollos y yo ninguno, los números dicen que hemos comido un pollo cada uno, aunque yo me haya quedado con las ganas de hincarle el diente. Por mor de esa estadística, un municipio pequeño, con 500 habitantes como Brea de Tajo, en Madrid, que ha registrado 17 casos de contagio por coronavirus entre sus vecinos (17 de 500, subrayemos), tendrá como resultado de la lógica estadística 954 contagios por cada 100.000 habitantes. No le intenten explicar a su alcalde que es solo una tabla aleatoria que sigue los principios de la probabilidad, porque les contestará que en su pueblo hay solo 17 personas que han dado positivo y que la mayoría están en casa guardando cuarentena sin graves problemas de salud. No le traten de convencer de que en su pueblo de la España rural, que mantiene a duras penas cinco centenares de habitantes frente a la huida hacia la capital de muchos de sus antiguos residentes, tiene 954 contagios, porque no lo va a entender.

Pues en los despachos en los que se deciden las restricciones de movilidad y la limitación de aperturas que lleva al hundimiento de las empresas y negocios, los quinientos de Brea de Tajo son 954 contagiados. Y en el mapa, ese pueblecito sale en rojo oscuro como uno de los señalados para actuar sin que nos tiemble la mano. Tiene más contagios que Alcalá de Henares, que anda por 770 de cada 100.000. Curioso, ¿verdad?.

La estadística establece por ley que los pequeños pueblos tienen el mismo problema que las grandes ciudades, y eso es algo irracional. Por ley, una expresión por otro lado muy matemática. Recuerdo que esta asignatura se me atravesó en la escuela cuando, después de una demostración con números y ecuaciones que llenaban todo el encerado de arriba a abajo, el profesor nos comunicó que el resultado de toda la operación era el número E. No podía ser. Desde los seis años estudiando mates y lengua, números y letras en clases distintas, y al cabo de todo este tiempo nos trataban de convencer que la E ¡era en realidad un número!. Debo confesar que ahí abandoné la rama de las ciencias para abrazar las letras en todo lo relacionado con mi vida académica posterior. Si ahora tengo que aplicar la estadística para comparar por ejemplo El Barraco, en Ávila, con Móstoles, porque tienen parecido número de casos por cada cien mil habitantes, mi primera respuesta será negarme a la comparación. Porque El Barraco nunca ha soñado ni deseado llegar a ese número de habitantes que le otorga la ciencia inexacta llamada estadística.