Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


Maldición

13/05/2021

La tesitura de Ciudadanos, partido de vacación centrista, es el último episodio de la maldición de ése espacio político. El naufragio en Cataluña (pasaron del todo a casi nada) y especialmente, el tortazo de Madrid, con su extinción en la Asamblea, colocan al partido naranja en la misma difícil situación en que se encontraron anteriormente formaciones políticas que también se reivindicaban como moderadas.
Hay muchos ejemplos, pero los más significativos de este «fatum» son el naufragio de la famosa operación Roca, con el PRD; el CDS de Suárez, y el UPyD de Rosa Diez, al margen de otros muchos, como el PDL de Garrigues. Liberales, básicamente, algunos de ellos intentando una opción democristiana a la española, tienen todos ellos el factor común de un rápido golpe de entusiasmo para diluirse de buenas a primeras como un azucarillo. Lo que ahora podría estar pasando con Ciudadanos, a menos que Arrimadas sea capaz de evitarlo con su intento de mantenerse a flote.
Curiosamente, en Europa parece que el centro político se reactiva en países como Alemania, donde los verdes de rostro amable son ya una tercera vía con la que parece que el pacto va a ser imprescindible o incluso en Italia con Dragui o la misma Francia en los esfuerzos moderados de Macron.
Pero en España, el concepto de «centro» está tan requerido que no sólo es reclamado para sí por los grandes partidos que en lo tocante a moderación abjuran de los extremos. Incluso parece que cuando el PP o el PSOE se «centran» obtienen un rédito extra que les excluye del «pelo de la dehesa» con que se amargan la vida cuando se expresan en términos ultramontanos.
Un país tan polarizado como el nuestro no puede permitirse el fracaso permanente de las opciones moderadas y es preciso que siga habiendo espacios de entendimiento de los extremos exagerados que nos llevan a la histeria con la que solemos interpretar las cosas por aquí. El Sísifo en España sería centrista.