Loli Escribano

SIN RED

Loli Escribano

Periodista


Hacer virtud

19/06/2020

Llega con expectación la era post alarma. A partir del domingo las comunidades autónomas serán las competentes en la gestión de la pandemia. Dan ganas de comprarse unas pipas y sentarse en el sofá a ver cómo transcurren los días como el que ve una película de intriga. Para esta nueva etapa no me hacen falta inventar “palabros” como se han venido inventando en las catorce últimas semanas. Empieza la fase de la intriga. A esta nueva situación competencial sí que se le puede denominar nueva normalidad y no a la social que sigue siendo la de siempre, con sus virtudes y defectos. Nueva normalidad porque no sabemos cómo se adaptarán los distintos grupos políticos a estas nuevas lides. Después de tantas críticas como ha recibido el Gobierno de la nación con su Illa y su Simón incluidos, a ver qué dicen ahora las comunidades autónomas, como las de Castilla y León, que no están gobernadas por el PSOE. Y a ver qué dicen ahora los parlamentarios regionales socialistas en la oposición. Se invierten los papeles. 

Ahora es cuando realmente podremos comprobar cuánto les importa a nuestros políticos solucionar este drama que nos cayó encima hace tres meses. O cuánto les importa mantener, una vez más, sus posaderas en sus escaños. Lamentablemente estamos acostumbrados a comprobar que el discurso cambia en cuanto cambia el lado en el que toca colocarse. Si gobiernan dicen una cosa y si hacen oposición dicen otra. De momento es alentador el Pacto para la Recuperación económica, el empleo y la cohesión social de Castilla y León que se ha firmado de manera unánime. Deberían seguir el ejemplo las administraciones locales. Llevamos ya varias semanas asistiendo a un espectáculo bochornoso que anuncia que en la política provincial no hay una nueva normalidad. Todo sigue igual que antes del confinamiento. Incluso sigue igual que hace doce meses. Nada ha cambiado desde el escrache que el PSOE hizo al tripartito en la Diputación hace casi un año, el 26 de junio de 2019, ofuscados por una pataleta de niño pequeño. Un año después da la sensación de que seguimos inmersos en aquel escrache vergonzoso para los pilares de la democracia y de la historia de la política local. Quizá esta nueva normalidad debería servir para asumir la realidad en la Diputación. Es cierto que hay tantas realidades como personas. Cada cual percibimos la vida de una manera. Venimos de fábrica con más o menos suerte en función de las virtudes y los defectos que nos tocan, pero sería interesante hacer virtud tanto de las virtudes como de los defectos. De los reveses de la vida y de los problemas. La calidad humana, como la calidad del político, se demuestra sobre todo en los momentos adversos.