Ignacio Fernández

Ignacio Fernández

Periodista


La barrera

28/11/2019

Se va a cumplir un año justo de la cancelación del peaje de la AP 1 de Burgos y es un buen momento para hacer balance de estas decisiones populistas que tan del agrado son de políticos facilones. De esos que se ponen medallas con el dinero de los contribuyentes y que las “venden” como si las hubieran financiado de su bolsillo.
De salida, radical reducción de la accidentalidad. Extraordinaria noticia. La única buena, aunque hubiera habido otras opciones. Con haber prohibido el tránsito de camiones por la nacional puede que se hubiera conseguido un efecto semejante, especialmente si esta medida hubiera sido acompañada de otras que los técnicos aconsejaban y que nunca se creyeron necesarias.
Pero, mientras, no se ha hecho nada. Lo que acarrea: colapsos frecuentes de la vía, intransitable, una jaula, muchos fines de semana. Curiosamente, el aliviadero sería la propia nacional, ese tercer carril prometido, sencillo de implementar si se activaran mas salidas desde la autopista. Pero claro, para eso hay que invertir y trabajar, ingredientes no muy a mano para un ministerio, el de Fomento, que con levantar la barrera y no bajarla haciendo uso del dinero ajeno, ha tenido suficiente.
Por el camino se han quedado, arruinados, los negocios de la nacional y sus localidades aledañas, justo cuando la ruralidad y la denuncia de la España vacía adquieren un protagonismo cotidiano. Vaciar la carretera de tráfico es también contribuir a vaciar Burgos.
Lo sorprendente es el acriticismo con el que todo esto tiene lugar. Salvo a los más afectados a nadie parece importarle las consecuencias de aquella precipitada medida del 30 de noviembre de 2018. Y el dineral que le ha supuesto al contribuyente y que en buena medida ha ido a parar a los bolsillos de los camioneros franceses y alemanes que han economizado una buena pasta. A ver si en la efeméride entramos en razón de lo que es debido. Porque a veces parecemos sobrinos nietos de don Tancredo.