Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Chapoteo en la sangre

20/11/2020

A Felipe González parece haberle crecido un tic entre capitalista y autoritario, también en exceso narcisista, a medida que le aumentaban las canas. Más sorprendente está siendo el deambular por la vejez de Alfonso Guerra, asaltado por una especie de obsesión senil, públicamente in crescendo como corresponde al paso de los años, hasta el extremo de negar la legitimidad de la acción política basada en la representación popular. Posición contra su compañero de partido Pedro Sánchez, actitud que rompe también el exigible comportamiento de lealtad entre quienes han compartido en un tiempo esfuerzos, ideas y principios. O tal vez en este caso la herida que supura no sea tanto por discrepancias ideológicas como por aquel cese no digerido en la Presidencia de la Fundación Pablo Iglesias, cuando Sánchez sustituyó a Guerra por Tezanos. O por otras aspiraciones frustradas cuando Guerra respaldó a la candidata andaluza Susana Díaz. El caso es que las viejas glorias del socialismo patrio, que no se resisten a quedarse quietecitas en la vitrina, están ofreciendo un espectáculo lamentable, bochornoso. La coartada es conocida: consideran que detrás del apoyo de Bildu a los Presupuestos del Estado hay una claudicación moral, vergonzosa. Sumisión al blanqueo de los criminales y sometimiento a la facción más radical del Gobierno, compinchada con otros extremismos y separatismos. Mi amigo Fermín discrepa. En política -me dice- sobre todo sigue el rastro del dinero, lo demás es fuego de artificio.
Frente a estos próceres del socialismo desteñido se ha pronunciado Zapatero, sin duda el político más determinante en la desaparición de ETA: «Reconocemos el dolor de las víctimas y sus familias, pero tenemos la grandeza de integrar a todo el mundo y hacer pedagogía democrática».
La memoria es frágil y en algunos, caprichosa. El objetivo soñado por los españoles era que la banda terrorista dejara de matar, que la defensa de sus ideales no tuviera otro soporte que el diálogo, las urnas y no las metralletas. Afortunadamente ahí estamos. Da la impresión de que a algunos de nuestros políticos sienten nostalgia de pescar votos en el chapoteo de la sangre.