Editorial

El debate a cuatro y la exclusión de Vox agita la campaña

SPC
-

La imposición de la Junta Electoral Central (JEC) del debate a cuatro (Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias) en cualquiera de los canales que aspiraban a celebrar el formato televisivo ha sacudido las caravanas y reconducido las estrategias de cara al último empujón de la campaña electoral. El PSOE rectificó a primera hora de ayer para aceptar la invitación de Televisión Española en detrimento de Atresmedia, que hasta el último momento mantendrá la cita del 23 de abril con o sin el presidente del Gobierno.

La exclusión de Vox para participar incluso en un medio privado ha evidenciado la falta de a cuerdo entre los partidos políticos por cambiar, de forma previa, una norma que refleja la incongruencia entre el interés informativo y las cuotas representativas en función de los resultados obtenidos en anteriores citas electorales. El debate, como formato exitoso para lanzar propuestas y contrarrestar ideas y programas, se hace más necesario y recurrente en un momento en el que la propagación de los mensajes, las noticias falsas y las medio verdades se difunden sin filtros en las redes sociales sin ningún tipo de pudor ni coordinación con el objetivo de sumar simpatizantes cueste lo que cueste. De ahí las reticencias del candidato al que las encuestas le sonríen. Sabedor de que un desliz o una mala intervención puede restar más que sumar, Pedro Sánchez descartó desde un principio un cara a cara y se encomendó a la fórmula del debate a cinco con el objetivo de polarizar más la campaña y los bloques ideológicos.

Aunque el tradicional frente a frente cuenta con tintes bélicos, de enfrentamiento y contrastes, resulta más lógico ir a un modelo más acorde a la representación del Parlamento español por menos atractivo e inteligible que resulte. A pesar de que dejen apartado el asunto de los futuros pactos, PP y Ciudadanos insistirán a la presumible primera fuerza, el PSOE, que diga cuáles son sus intenciones en un Congreso de los Diputados cada vez más fragmentado abocado a los pactos para no paralizar la vida política del país con una catarata de elecciones. Por tanto, es lógico que se abra el espectro a los principales actores para que, como ocurrió el pasado martes con el primer debate televisado, se confronten las propuestas sin caer en los recurrentes eslóganes o frases hechas para atacar a los oponentes. Sin Vox, en cambio, se cierra la puerta a cotejar ante el resto de candidatos sus peculiares medidas que ha expuesto en el tapete de unas elecciones que volverán a marcar la historia reciente de la democracia española.