José Luis Bravo

SOPA DE GUINDILLAS

José Luis Bravo

Periodista


Tribulaciones de un paranoico

11/11/2019

Recuerdo con afecto al profesor Carmelo Romero, que nos retrató en una genial sátira teatral, cada vez que percibo, en mis paisanos y en mí mismo, las paranoias propias del soriano, que siempre se queja de que todo es un desastre, estamos abandonados, no tenemos futuro...bueno, ya saben a que me refiero, pero que a renglón seguido no para de presumir de que, ‘como aquí no se vive en ninguna parte’. Somos así, y me temo que no tiene pinta de cambiar la cosa con mejoras en la   actitud de nuestros cachorros.  
Para rematar la faena con esta bipolaridad, o paranoia, me veo a veces como el peor espécimen de todos, o al menos el que tiene más ocurrencias tóxicas y encima las difunde. 
He caído en la cuenta de que, del mismo modo que se dice que ‘no hay nada tan malo que no tenga algo bueno’, se puede dar la vuelta a la frase y asegurar que, ‘no hay nada tan bueno que no tenga algo malo’. La última es que, nuestra reducida tasa de paro, lejos de ser un dato para presumir, es un inconveniente para la atracción de empresas. No vienen, asegura la Cámara de Comercio en nombre de todas, porque no hay mano de obra disponible. Eso sí, como quiera que el último dato, conocido el martes pasado, supone un incremento de casi el 10% de inscritos en las listas del Ecyl, volvemos a echarnos las manos a la cabeza preocupados. Pero hay más. Ciframos parte de nuestras esperanzas de desarrollo en el turismo. Vendemos naturaleza virgen, tranquilidad como en ninguna parte, pero ya empieza a molestarnos que, determinados parajes, se conviertan en romerías de domingueros. Encima, cuando se logre el éxito total con la promoción de estos lugares, habrá tanta gente que se habrá perdido la principal cualidad que pregonábamos, la paz y el sosiego. Pero aun puedo martirizarles con otro tema que nos va a hacer morir de éxito. Los torreznos. Sí, los torreznos. Es obvio que la magnífica gestión del producto y su promoción está logrando metas impensables en expansión y facturación, pero lo dicho, no hay nada tan bueno que no tenga algo malo. La panceta se ha puesto por las nubes, es la ley de la oferta y la demanda y ya está a precio de solomillo, con lo cual se va a convertir en un lujo, si no lo es ya, consumir este producto.
Lo ven. Soy el ejemplo palmario del perfil del soriano, estereotipo mesetario de la disconformidad que raya lo enfermizo y que, a este paso me va a obligar a pedir la baja. No porque yo me vea mal, sino porque, visto lo visto, y habida cuenta de que trabajo en los medios de comunicación, puedo contagiar con mis reflexiones, el virus letal que me corroe, aunque sospecho que a la mayoría lo que les da es risa.