O la Rus de Kiev, como se prefiera, fue una próspera federación de pueblos eslavos y bálticos situada en los actuales territorios de Ucrania, Bielorrusia y Rusia Europea entre los siglos IX y XIII. Esos tres países consideran a la Kievan Rus como su raíz más profunda, el germen de la patria y el origen de sus respectivas culturas. Hasta el nombre les viene, a los tres,  del mismo sitio; así que, yo tampoco creía que Putin pudiera atreverse a invadir Ucrania.
Estuve tres años en Moscú como corresponsal de RNE para la ex Unión Soviética y pasé dos meses en Kiev cuando se produjo la Revolución Naranja, entre noviembre de 2004 y enero de 2005. Miles de ciudadanos acamparon en las calles de la capital como protesta por el pucherazo reciente del Presidente Yanukovich, muy ligado a Rusia . Eran «los naranjas», prooccidentales, votantes del candidato que había perdido los comicios, Yushenko. En su mayoría, procedían de las regiones agrarias del Oeste del país. Estudiantes, sindicalistas, amas de casa, monjas y hasta la Selección Nacional de Fútbol casi al completo aguantaban nevadas y temperaturas bajo cero en el Maidán en precarias tiendas de campaña. La segunda semana,llegaron 'los azules': decenas de autobuses procedentes del Este, de Lugansk y del Donbass, con personas también de todo tipo y condición, de habla rusa y partidarias de estrechar lazos con Moscú. Acamparon en un parque a orillas del Dniéper y se dirigieron al centro. Los periodistas occidentales ?que somos tan listos? esperábamos una auténtica batalla campal y algunos ya llevaban hasta el casco puesto cuando los dos grupos se encontraron. Entonces, se mezclaron unos con otros y ¡se sentaron, en grupos, a discutir la situación! Días después, entre todos, consiguieron que se repitieran las elecciones,v olvieron a sus casas y, cuando levantaron los campamentos del Maidán, no quedó ni una farola rota ni un papel en el suelo.Por encima de todo lo demás, todos eran ucranianos. Algo que Putin ha debido olvidar.