Fernando Aller

DESDE EL ALA OESTE

Fernando Aller

Periodista


Conspiración

02/07/2021

Una encuesta realizada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, vinculada al Ministerio del mismo nombre, concluye que una cuarta parte de los españoles padecen síndrome conspiranoico, tendencia aguda a considerar que detrás de cada cuestión que no nos gusta o que no entendemos se agrupan fuerzas del mal, generalmente con poder más que suficiente para causarnos daño. La encuesta ha sido realizada con el fin de estudiar cómo el Covid ha influido en la vida de todos y sobre las respuestas personales ante la adversidad. Según el director del informe, José Lobera, «la incertidumbre provoca ansiedad y que se busquen explicaciones simples a todo lo que no somos capaces de racionalizar». Y evidentemente no está al alcance de casi nadie el proceso de racionalización de un hecho tan inesperado como ha sido la pandemia, con una deriva universal sin precedentes en la Historia de la Humanidad.
El objetivo del informe era comprobar la respuesta de los ciudadanos ante los contagios y, fundamentalmente, abordar una contestación ante quienes sostenían que las vacunas no eran fiables y que las compañías farmacéuticas ocultan peligros. Explicar, en definitiva, por qué un tercio de la población consideraba malas las mascarillas o la razón de que una de cada seis personas se negara a vacunarse o fuera más reticente ante determinadas marcas, careciendo en ambos casos de conocimientos al respecto. Uno opina, sin embargo, que el pensamiento conspiranóico está en las personas, viene de fábrica y solo es modulable con la formación, y no lo explica solo el drama del Covid. La radicalización de los posicionamientos sociales y políticos de los últimos tiempos, auspiciados y acrecentados inmoralmente por quienes viven de la ignorancia de los demás, provoca que el prejuicio se imponga al juicio, que el sentimiento previo sea elemento decisivo que impide o cercena la capacidad analítica que se le presupone a todo ser humano. Leemos aquello que nos autoafirma en lo que pensamos, o simplemente nos conviene, y defendemos con osadía digna de mejor causa posiciones e intereses de otros a quienes solo conocemos por la imagen, el estereotipo que las compañías de marketing le han fabricado.